Pablo Caballero Payán Sorprende en cierto sector de la prensa sevillana, e incluso nacional, que el Real Betis Balompié siga erre que erre en su empeño de demostrar que el Sevilla FC urdió un plan para que se suspendiera el partido de Octavos de Final de Copa del Rey entre béticos y sevillistas tras el golpe recibido por Joan Jordán. Pero lo verdaderamente sorprendente es que unos supuestos profesionales de la información no estén interesados en que la verdad salga a la luz.

Y cuando me refiero a la verdad lo hago a sabiendas que, casi con total seguridad, los distintos comités harán caso omiso a los recursos presentados por el club de Heliópolis. No debemos olvidar que estamos en España y que el nivel de funcionamiento de las instituciones, la judicial incluida (y por ende la justicia deportiva), es muy mejorable. También pienso que en el seno de la entidad verdiblanca son conscientes de que, por mucho que le asista el derecho y que las pruebas sean más que evidentes, de poco o nada van a servir las reclamaciones hechas de cara a que no se tenga que cumplir el castigo impuesto por el Comité de Competición. Pero el Real Betis ya ha ganado (lo hizo en el terreno de juego, que es lo importante) esta batalla. El club sale reforzado de cara a su afición, a su gente, logrando por primera vez en mucho tiempo unidad entre sus fieles.

Los que ponen el grito en el cielo porque los dirigentes verdiblancos sigan defendiendo sus intereses están cubriéndose de gloria. No entienden, o sí lo entienden pero no les interesa, que la sanción de dos partidos de clausura al estadio Benito Villamarín se produce por la suspensión del encuentro, y si el Real Betis es capaz de demostrar, como lo ha hecho, que el motivo por el que se suspendió el partido es falso, es de lógica que presente todos los recursos que quiera. Mirar para otro lado y pasar página sería una puñalada por la espalda a nuestra confianza en su gestión y a la defensa de nuestros derechos. ¿Cuál es el problema entonces? La otra parte del conflicto. Estoy seguro que si el otro club implicado fuera el RCD Mallorca o el Deportivo Alavés, por poner dos ejemplos, el discurso de los que claman que no se conozca la verdad de lo sucedido tras el impacto del palo a Joan Jordán, la llamada a Juan Martagón, la sutil espera de éste para hablar con Iván Rakitic y Julen Lopetegui sin la presencia de los árbitros, la charla del entrenador sevillista con el futbolista agredido, la cara de sorpresa del jugador y la pantomima de su mareo, sería diametralmente opuesto a la postura que están manteniendo ahora. Es más, me atrevo a decir que si hubiera sido al revés, que si en toda esta película hubiera habido un cambio radical de los papeles de los protagonistas, el mensaje de la prensa sería distinto por completo. Muchas veces la verdad desnuda a personas que se creían bien abrigadas porque cuentan con una legión de creadores de corrientes de opinión a su favor y no pueden soportar que muestren sus vergüenzas en público, las del desnudado y las de sus voceros.

Y para terminar de rizar el rizo de la mala praxis, algunos periodistas están cayendo en la más absoluta demagogia y populismo barato al acusar al Real Betis Balompié de irresponsable porque dentro de un mes hay otro derbi y las aguas van a llegar muy revueltas. El que piense eso, que escuche la entrevista que le hicieron anoche al presidente Ángel Haro en El Partidazo de la Cadena Cope, donde se mostró contundente a la hora de denunciar y condenar al delincuente que lanzó el palo, mostró su malestar por las celebraciones inadecuadas de jugadores y personal del club bético y defendió a capa y espada los intereses de la entidad que preside. El problema es que esos intereses chocan frontalmente con los del eterno rival, pero eso no es culpa del Betis.