Pablo Caballero Payán Hay una leyenda que recorre el mundo entero. Esta frase del himno del Real Betis Balompié es una verdad absoluta. A poco que hayas viajado, seguro que te habrás tropezado con algún bético en un recóndito lugar. Voy a contarles dónde me he cruzado con aficionados verdiblancos en un viaje que va desde Mallorca a la cima del Mulhacén pasando por el Col de Peyresourde o Roma. Acompáñenme y comprobarán cómo lo que les he dicho al principio de este relato es totalmente cierto.

Mallorca, junio de 1996. Las dos clases de Octavo de EGB del colegio San Pedro Crisólogo de San Juan de Aznalfarache nos encontrábamos de viaje de fin de curso en la isla balear disfrutando de lo lindo, conociendo lugares y experiencias nuevas y apurando los últimos días de compañeros de clase. En septiembre nos dispersaríamos por varios institutos y perderíamos el contacto diario que habíamos mantenido durante todo el período escolar. En una de las excursiones que hicimos por Mallorca, concretamente a la fábrica de perlas de Manacor, paramos durante el trayecto en una estación de servicio. Nos bajamos del autobús y se me acercó un chaval eufórico al verme con la camiseta del Real Betis puesta. Me contó que era de Segovia y que también se encontraba allí de viaje con su clase y que le había hecho mucha ilusión encontrarse con un bético porque en su ciudad no conocía a nadie que fuera seguidor verdiblanco. Me llevé una gran sorpresa al ver su reacción y la felicidad que le supuso ese encuentro.

Camping La Pineta. Bielsa (Huesca), 19 de julio de 1999. Mi tío Javier, mi prima Nati, mi primo Javier, mi hermano Joaquín y yo nos encontrábamos en ese maravilloso lugar a la entrada del Parque nacional de Ordesa y Monte Perdido. Al siguiente día nos desplazaríamos a Francia, que se encontraba a escasos veinte kilómetros, para ver la decimoquinta etapa del Tour de Francia de 1999. Pero volvamos al camping. Mi primo, mi hermano y yo estábamos en las duchas y mientras nos duchábamos empezamos a cantar el himno del Betis como si no hubiera un mañana. Cuando salimos había un hombre esperando en la puerta y al vernos nos preguntó por lo que estábamos cantando. Le dijimos que era el himno bético y no se lo podía creer. Él también era del Betis y no se podía imaginar que a tantos kilómetros de Sevilla fuera a escuchar el himno. Pero no queda ahí la cosa. No encontramos a tres chavales de Valencia que estaban jugando con un balón y empezamos a hablar con ellos. Para sorpresa nuestra, uno de los tres nos dijo que era del Betis. Le preguntamos el porqué de su afición hacia el club verdiblanco y nos explicó que a él le interesaba el fútbol desde hacía cuatro o cinco años y que cuando tuvo que elegir ser de un equipo eligió al club de Heliópolis porque era el que más le gustaba cómo jugaba en aquel momento. Buen gusto y sabia elección.

Isla de La Palma, 24 de agosto de 2003. Mi madre, mi padre, mi hermano y yo estábamos de vacaciones en la isla bonita y ese día fuimos a visitar el Roque de los Muchachos, un impresionante lugar a dos mil cuatrocientos veintiséis metros de altitud y dónde hay un importante observatorio astrofísico. Bajamos desde allí hacia Garafía y por abusar de los frenos, se calentaron en exceso y dejaron de funcionar. Mi madre, con la pericia que le caracteriza al volante, fue sorteando las últimas curvas con el freno motor y cuando llegamos a una zona llana pudimos dejar el coche en un sitio seguro. Mi padre llamó a la empresa de alquiler y nos recomendaron dejar el vehículo allí un rato para que los frenos se enfriaran y, como era mediodía, que fuéramos andando carretera abajo hasta un restaurante que había a poca distancia. Y eso hicimos. Allí vimos mi hermano y yo la primera victoria de Fernando Alonso en un Gran Premio de Fórmula Uno y, cuando nos sentamos a la mesa, nos atendió un peculiar camarero local. Al escucharnos hablar con nuestro inconfundible acento sevillano nos preguntó que sí éramos de Sevilla y, ante nuestra obvia respuesta afirmativa, nos confesó que le daba reparo decirnos una cosa por si nos sentíamos ofendido. Y en esas estábamos cuando se sinceró y nos dijo que él era del Betis, provocando nuestro asombro y felicidad. Nos atendió de maravilla, como no podía ser de otra manera, y disfrutamos de un buen almuerzo redondeado con la anécdota verdiblanca.

Col de Peyresourde (Francia), 23 de julio de 2007. Una de mis grandes pasiones después del Real Betis Balompié es el ciclismo. Siempre que puedo intento acercarme a algún lugar de montaña para ver etapas y eso es lo que hice junto a Ana, mi novia por aquel entonces y hoy madre de nuestras dos hijas, y mis amigos Rafa y Jesús. Los cuatro nos fuimos una semana a los Pirineos para ver tres etapas del Tour de Francia. En la segunda de ellas, que terminaba en Loundevielle tras ascender y descender el Col de Peyresourde, vivimos otro encuentro con un aficionado bético. Estábamos buscando un sitio para dejar el coche cuando divisamos a una persona colocando varias banderas en una ladera. Nos llamó poderosamente la atención los colores verdiblancos de una de ellas y, conforme nos íbamos acercando, descubrimos que se trataba de una bandera del Real Betis Balompié. Aparcamos y nos dirigimos hacia un buen lugar para ver pasar a los ciclistas. Al llegar a la altura donde se encontraba la enseña bética le llamamos la atención al aficionado que la había colocado allí, que resultó ser un miembro de la Peña Bética de Valdermoro. Alegres por este feliz encuentro con un compañero de sentimiento bético nos marchamos para disfrutar de una espectacular etapa del Tour, famosa por los continuos ataques que ese día Alberto Contador le realizo al líder de la carrera, el danés Michael Rasmussen.

Roma, 18 de octubre 2009. Una semana después de casarme nos encontrábamos Ana y yo de viaje de novios en Roma tras haber visitado anteriormente Venecia, Padua, Pisa, Florencia, Siena y Asís. Íbamos en el autobús y el guía, italiano de pura cepa, nos explicaba cada lugar por el que pasábamos. Uno de los compañeros de viaje le preguntó por el estadio Olímpico y le contestó que se encontraba a las afueras de la capital italiana y que allí jugaban la As Roma y la SS Lazio, apostillando que a él de fútbol no le apetecía hablar. Apagó el micrófono, pero de inmediato lo volvió a encender para pronunciar una frase que me dejó totalmente en fuera de juego: “no quiero hablar de fútbol porque yo soy del Betis y no estamos pasando un buen momento” En cuanto nos bajamos del autobús me dirigí hacia él para pedirle explicaciones de su sorprendente pronunciamiento. La respuesta fue aún más inaudita: “eh, ¿qué pasa?, ayer perdimos con el Castellón. Esto no se soluciona hasta que no se vaya Lopera” No es que fuera bético, es que estaba al tanto de los resultados y de la crisis institucional que vivía el Real Betis en 2009. Me quedé maravillado y le pregunté que por qué era bético: “yo siempre estoy al lado de los que sufren” Una brillante manera de sentirse bético, porque hasta en los mejores momentos tenemos nuestras pequeñas dosis de martirio y sufrimiento. Yo le respondí que era un gran motivo, y que otro podría ser que, al margen de los equipos italianos, no había otro club con un nombre tan romano como el Betis.

Estación de esquí de Sierra Nevada, 23 de agosto de 2011. De nuevo se ven unidos en esta anécdota el ciclismo y el Betis. Junto a mi amigo José Carlos, un sevillista que es de tal condición por una serie de desdichadas coincidencias (por carácter y forma de ser tendría que ser más bético que el escudo), me fui a Granada en coche con las bicicletas en la parte de atrás. Dejamos el vehículo en Cenes de la Vega y subimos dando pedales hasta Pradollano para ver la cuarta etapa del a Vuelta a España de 2011. No es por tirarme flores, pero yo ese día iba pletórico encima de la bicicleta y en los últimos kilómetros de ascensión dejé atrás a mi amigo. Mucho mérito el suyo, porque sin coger la bici con asiduidad, se metió entre pecho y espalda toda la subida a Sierra Nevada. El caso es que yo me adelanté y ya en la zona vallada me encontré con un coche aparcado junto al que había una bandera del Real Betis ondeando al viento. Frené un poco y le dije que solo con el mero hecho de haber visto el escudo y la bandera había merecido la pena el esfuerzo de la subida. Rápidamente me sacó un botellín de cerveza fresquita y me lo tomé sin dudarlo, sentándome mejor que cualquier bebida isotónica o reconstituyente.

Cima del Mulhacén, 5 de agosto de 2018. A las tres y veinte de la mañana sonó el despertador. Mi padre ya estaba en la cocina preparando café. Nos lo tomamos, cogimos el coche y fuimos al lugar donde habíamos quedado con unos amigos de Pampaneira que nos acompañarían hasta el alto del Chorrillo. Allí aparcamos los vehículos y emprendimos a pie el ascenso hacia el Mulhacén. Fue una experiencia inolvidable: caminar bajo la luz de la luna y un cielo estrellado por las faldas de la montaña más alta de la península Ibérica, parar para desayunar pan con chorizo y vino tinto mientras amanecía y llegar con las primeras luces del día a la cima. Y allí, a tres mil cuatrocientos setenta y nueve metros de altura, veo a un hombre llegar caminando con un gorro de lana negro y un escudo en el centro. Conforme se va acercando empiezo a distinguir los colores y me dirijo a él para decirle que es una bendición ver el escudo de las trece barras verdiblancas en el Mulhacén. Nos echamos unas risas y mi sorpresa no fue solamente encontrarme allí con un bético, si no saber que era de Ciudad Real y que no tenía más lazos con Sevilla que el amor al club de Heliópolis.

Todos los encuentros con aficionados béticos por estos distintos sitios son como los chistes de Paco Gandía, verídicos. No están adornados ni exagerados. Son el fiel reflejo de lo que conservo en mi mente de aquellas anécdotas que me alegraron en su día y que todavía hoy recuerdo con una sonrisa de oreja a oreja sabiendo que hay frases del himno, en este caso del Centenario, que son otras verdades absolutas: mucho más que un sentimiento, que un escudo o una bandera, mucho más que todo eso, más allá de la frontera siempre habrá alguien que diga viva el Betis.

Foto Principal: ignaciohenares.blogspot.com