Pablo Caballero Payán Partiendo de la base de que el simple hecho de ser bético es de por sí un motivo para ser feliz, es innegable que la afición bética lo es más desde hace un par de años, cuando el viento cambió y disipó los negros y feos nubarrones que provocaban tormentas y temporales desagradables para que en Heliópolis luciera el sol como si fuera Jueves Santo, Corpus Christi o el Día de la Ascensión. Incluso el lluvioso veintitrés de abril del pasado año se convirtió en uno de los días más bellos y luminosos que se recuerdan en nuestra ciudad.

Y pasado mañana por la noche, cuando en la fría y oscura Manchester once futbolistas salten al césped de Old Trafford con el escudo de las trece barras verdiblancas en el pecho, los ojos de los cientos de miles de béticos que veremos el partido iluminarán nuestro camino. Hay algunos que afrontan esta eliminatoria con cierto temor a que el todopoderoso United nos pase por encima. Puede pasar, porque ellos son un equipazo con muchísimos recursos, pero no es esa la principal cuestión que debe preocuparnos. Los afortunados que disfruten del partido en la grada del Teatro de los Sueños y los que nos pongamos frente al televisor, debemos hacerlo con toda la ilusión del mundo, mostrando agradecimiento por poder vivir una noche como la de pasado mañana en un escenario histórico y mítico del fútbol mundial que ha visto hacer maravillas con el balón a futbolistas tan extraordinarios como Bobby Charlton, George Best, Eric Cantona, Ryan Giggs, David Beckham o Cristiano Ronaldo entre otros muchos más que han hecho historia con los Red Devils, como aquel primer jugador irlandés que se enfundó la camiseta del Manchester United en 1914 y que respondía al nombre de Patrick O´Connell, el mismo que en 1931 nos ascendió por primera vez a la máxima categoría del fútbol español y nos hizo campeones de Liga en 1935 y del que mañana, curiosamente, se cumplen ciento treinta y seis años de su nacimiento.

Dejando de lado los aspectos sentimentales, con lo difícil que eso es, creo firmemente que existen sólidos argumentos futbolísticos para pensar que el equipo que dirige con maestría Manuel Pellegrini puede competirle de tú a tú a los ingleses. Rara ha sido la vez que hemos visto al Betis del chileno bajar los brazos y salir humillado de un partido. Casi siempre compite con dignidad, amor propio e inteligencia, demostrando que la plantilla actual es un grupo fuerte, comprometido y con las ideas muy claras. Ha sabido sobreponerse a inconvenientes variopintos y ha seguido obteniendo resultados positivos. Sin ir más lejos, debe servir como ejemplo lo del pasado domingo frente al Real Madrid, ante el que se compitió sin complejos y sin perder el tiempo en lamentos estériles por las bajas de los dos futbolistas con más caché, calidad y peso específico del conjunto verdiblanco. Después pasará lo que tenga que pasar porque el fútbol es impredecible y por eso es tan bonito. Ellos mismos han sufrido en sus carnes un resultado del todo inesperado en el último partido, cuando visitaron Anfield para enfrentarse a un Liverpool en horas bajas y se volvieron para Manchester con un 7-0 que ya forma parte de la historia de la Premier League.

Por eso el único consejo que se puede dar para el jueves es el de disfrutar, confiar y ser optimista. Hemos sufrido muchos años de mediocridad futbolística y ahora toca vivir partidos grandes por Europa, aunque supongan pasar un rato de sufrimiento y nervios. Bienvenidas sean esas sensaciones por enfrentarnos al Manchester United. Es mucho peor sufrir por verte con el agua al cuello o por sentir la presión de tener que recuperar una categoría que debería ser siempre la tuya por el resto de tu historia que, afortunadamente, empieza a acostumbrarse a episodios felices y atractivos.