Pablo Caballero Payán El del pasado domingo fue un partido cargado de detalles, dentro y fuera del terreno de juego, y todos con un enfoque positivo. Algunos tienen una carga de emotividad y generan tal satisfacción que provocan un enorme sentimiento de orgullo hacia nuestro club. Paso a enumerarlos.

Primero: el ambiente de cordialidad que se vivió en la previa del partido entre las dos aficiones. Es lo que debería pasar siempre. Es una alegría comprobar como la afición rival disfruta sin problemas y ni altercados de su visita a Heliópolis, siempre con respeto y buen rollo entre béticos y canariones. Se me pusieron los vellos de punta camino al Benito Villamarín viendo como un centenar de hinchas de la UD Las Palmas se pusieron a cantar en la calle Padre García Tejero animados por un vecino canario que sacó un altavoz a la ventana y puso cánticos del equipo amarillo. Fue un momento espectacular.

Segundo: el reconocimiento a Rubén Castro. Aprovechando que el partido era ante el equipo de su tierra, el máximo goleador de la historia del conjunto bético recibió una camiseta conmemorativa y el reconocimiento de todo el Benito Villamarín, que aplaudió a reventar a un futbolista fundamental, una auténtica leyenda de nuestro club.

Tercero: la conciencia del club verdiblanco con la discapacidad. El Real Betis Balompié inauguró una sala sensorial para que las personas con autismo puedan disfrutar del partido sin el estrés, el nerviosismo y la sobreestimulación que sufren estas personas por el ruido que se genera en las gradas. Es una iniciativa preciosa, como también lo fue ver a sesenta personas cantar el himno del Betis en lenguaje de signos.

Cuarto: el equipo de fútbol. Es un detalle global que aúna otros más individuales. Aquí incluimos el partidazo de Guido, Pezzella y Chadi Riad, el olfato goleador de Willian José, las sensaciones mejoradas de Fekir, al que se le ve más fino y rápido, las paradas extraordinarias de Fran Vieites y, como colofón, la reacción de sus compañeros al terminar el partido y fundirse en un abrazo con el portero gallego. Todo este batiburrillo da como resultado que el equipo de Pellegrini calqué en puntuación al de las dos temporadas anteriores a esta altura de la competición y sume más de dos meses sin conocer la derrota.

Quinto y último: la banda del campeón. El comportamiento de la grada cuando vio que su equipo necesitaba aliento y ánimo porque enfrente había un rival que le puso en bastantes apuros y que dio una imagen muy buena. La afición, lejos de ponerse nerviosas y trasmitirle esos nervios al equipo, se volcó animando para que los jugadores se sintieran acompañados y respaldados por una infantería verdiblanca que supo estar a la altura de las circunstancias.

Detalle extra: la camiseta retro que utilizó el Real Betis Balompié. Qué preciosidad.

Foto Principal: @RealBetis