Pablo Caballero Payán Andaba yo dudando entre meterme en el cine a ver una película (cualquiera, lo importante era el aire acondicionado) o hacer de tripas corazón y, en un ejercicio de sadomasoquismo extremo, plantarme frente al televisor para ver el debut liguero del Real Betis Balompié frente al Villarreal CF. Y desobedeciendo a los medios de comunicación y muchos aficionados que llevaban días pintando todo de negro en torno al conjunto verdiblanco, elegí la segunda opción.

Y pasó que no vi ni rastro de la catástrofe que algunos aventuraban. Por más que me esforzaba, no encontraba motivos para ser pesimista. Lo que vi fue un equipo de fútbol propio del comienzo de la temporada: errores por pulir, jugadores que todavía no han terminado de ponerse a tono y las imprecisiones típicas de la jornada inaugural. Pero también vi un trabajo desplegado con seriedad, futbolistas implicados, la grata sorpresa del nivel de Isco, la esperanzadora actuación de Luiz Henrique, la habitual lección magistral de Pellegrini con los cambios y la ambición de ir a por los tres puntos hasta la última jugada. También destacaría como un aspecto positivo la capacidad de sufrimiento y el aguante cuando el rival fue superior. Ahí demostró el Real Betis una madurez extraordinaria porque no le temblaron las piernas y aguantó el chaparrón esperando pacientemente a que llegara su momento. Y llegó cuando mejor sienta, en ese instante en el que al equipo contrario no le queda apenas tiempo para reaccionar. Sabedor de cómo sacaba la pelota el Villarreal CF cuando su portero iniciaba las jugadas, se situó el equipo bético perfectamente para presionar esa salida, robar la pelota y elaborar una jugada para darle el golpe certero al partido.

Así que, por favor, dejen los discursos grandilocuentes y exageradamente catastrofistas y tremendistas y confíen plenamente en el trabajo del club, desde el presidente al último de los empleados pasando por la dirección deportiva, el staff técnico y la plantilla de jugadores. O al menos, si no quieren confiar, no enreden demasiado calificando con notas negativas cuando los niños todavía no han tenido el primer día de clase. Las notas se ponen al finalizar cada trimestre.

Foto Principal: Iván Terrón / Europa Press