Reyes Aguilar @oncereyes Se agachó y besó la hierba antes de entrar al túnel de vestuarios, sin saber que es la hierba quien besa sus botas aunque no vaya a volver a pisarla dentro de su dorsal con el diecisiete, no tengo claro quien echará de menos a quien, si Joaquín a la hierba del Villamarín o viceversa.

El partido finalizó con una sensación de desolación generalizada, nos invadió una tristeza que viró en posteridad y nos marchamos con la nostalgia de lo vivido y la sensación de estar eternamente en deuda con él, más allá de la terna donde abrió el capote en el ruedo accionarial, como todo un torero del Manquepierda. Pasará el tiempo y el aire no dejará de ovacionar un nombre, recordaremos cada aplauso y cada lágrima de ese último partido ante el Valencia, donde vivimos la despedida de quien nunca se irá porque forma parte del escudo al que se aferró siendo un niño. Un mito, una leyenda; ¿Qué le digo yo a Joaquín que no le haya dicho nadie? Esta escritora que escribe con tinta verde tiene miedo ante el papel en blanco y solo recuerda que el día que Gordillo se bajó las medias por última vez en su Villamarín llevé a mi hijo, que pisaba el campo por primera vez. Él nació con el inevitable nexo verde y blanco, la sangre bética y el adn del alabim alabam, alabimbombá y ese día, nunca lo olvidaremos ni yo, ni él. El sentimiento nunca se desvanece y aquella tarde donde el dorsal inimitable colgó su camiseta con el tres en nuestros corazones está unida a la iniciación al aire bético, ése que insufla los pulmones de alegría de vivir. Dirás a mis nietos que viste jugar a Joaquín, le dije, emocionada, mientras el campo se fundía en una ovación que pocas veces se ha escuchado. Una barra del escudo, sal del Puerto, arte y sevillanía, Joaquín es único, especial, humilde, grande, diferente y extraordinario, un ídolo de padres, de hijas, de abuelos y de nietas, la calidad humana vestida de futbolista, la gracia, la picardía del futbol de plazoleta, la nobleza. La alegría del Betis. ¿qué le digo yo a Joaquín que no le haya dicho nadie?, le quieren en todos sitios porque mira con los ojos del Betis y al igual que Rafael Gordillo, es una factoría de beticismo, la sonrisa y la risa del Betis, la luz en la mañana y en la noche quejío y quiebro y que desde aquel 3 de septiembre del 2000 son muchos los motivos que conservamos para quererle como le queremos, de sobra. Ahora la eternidad le espera, ¿Qué sabrá el tiempo de ausencias o de presencias? ¿Quién marca la medida de la gloria?, si me das a elegir entre tú y la gloria, para que hable la historia de tí por los siglos, ay Joaquín, me quedo contigo.

Es imposible despedirse, ya es parte del Real Betis Balompié, como la Palmera, como el verde, como el blanco, como el sombrero de Finidi, como la liga del 35, como la zurda de Rogelio o como el viejo palomar de Gol Sur por donde los vencejos bailan, bailaron y bailarán al son de la finta y el sprint.

Su talento es innegable, pero su corazón, trasciende a todo.

Gracias Joaquín por tanto, por todo, por siempre.

Foto Principal: Antonio Pizarro / Diario de Sevilla