Pablo Caballero Payán En verano de 2021 Manuel Pellegrini se hizo cargo del banquillo del Real Betis Balompié y en estos tres años Claudio Bravo, Martín Montoya, Juan Miranda, Víctor Ruiz, Guido Rodríguez, Paul Akouokou, Andrés Guardado, William Carvalho, Joaquín Sánchez, Sergio Canales, Rodri Sánchez, Aitor Ruibal, Juanmi Jiménez, Nabil Fekir y Borja Iglesias han acompañado al chileno en un camino exitoso, desconocido hasta la fecha por la entidad y la afición bética.

Pese a que por tercera temporada consecutiva estos futbolistas han conseguido clasificarse para la Europa League y consiguieron el título de Copa del Rey en 2022, desde un sector importante de la venenosa prensa deportiva de esta ciudad y, lo que es más preocupante y penoso, también un buen número de béticos, centran los focos del éxito en el técnico chileno y se ningunea a un grupo de jugadores que han demostrado sobradamente su calidad. Se habla del milagro diario que hace Manuel Pellegrini y este argumento es producto de una inquina desmedida, torpe y absurda hacia Ángel Haro y José Miguel López Catalán. Se minimiza interesadamente la incidencia positiva que los dos directivos tienen en el actual proyecto y para ello no dudan en restarle méritos a los futbolistas béticos. Se duda del valor que tienen los jugadores y se hace un razonamiento infantil, poco profesional y centrado en argumentos de barra de bar. Si la flauta suena una vez de manera brillante puede pensarse que es fruto de la casualidad, pero cuando esa misma flauta suena afinada durante un periodo de tiempo prolongado, centrar en el azar o en la única incidencia de una persona la explicación de los buenos resultados es absurdo.

Por desgracia no todo se queda en esta corriente de opinión que desprestigia sistemáticamente todo lo bueno que se hace en el club verdiblanco y que reparte en exclusividad la culpa de los triunfos en la figura del entrenador bético. Igual de nociva es la exigencia y la ambición desmedida. Los análisis deliberadamente catastrofistas y pesimistas van creando un caldo de cultivo peligroso en aficionados con muy poca memoria, fácilmente manipulables y desagradecidos hasta la náusea. Sentí bochorno, rabia e incomprensión el pasado miércoles en el Villamarín observando cómo se comportaban mis vecinos de localidad. Parecía que el Betis se iba de cabeza a Segunda División viendo la cantidad de improperios, insultos y quejas que más de uno soltó por su boca. Falta cultura y educación deportiva (y general también), altura de miras para analizar con frialdad, objetividad y justicia la situación del club y sobran los energúmenos que pagan sus frustraciones particulares con gente ajena a ellas.

Manuel Pellegrini es el mejor entrenador que ha pasado por el Real Betis Balompié en su centenaria historia. Su trabajo es impecable y las críticas hacia sus decisiones, planteamientos y rendimiento que le ha sacado a los futbolistas brillan por su ausencia. Pero ese brillante trabajo no habría sido posible sin el imprescindible valor futbolístico de unos jugadores que se merecen todo el respeto del mundo y la admiración de todo el beticismo. Es de una injusticia superlativa ningunear y criticar a unos futbolistas que se han tenido que enfrentar esta temporada a muchas dificultades (expulsiones, lesiones y bajo rendimiento de jugadores importantes…) y aun así han logrado nuevamente el objetivo propuesto. Dejen trabajar en paz y, si no sois capaces de disfrutar, váyanse a vomitar su odio a las antípodas del Villamarín.

Foto Principal: Real Betis Balompié