Pablo Caballero Payán Las cosas no se hacen así Joaquín. Es una putada anunciar tu retirada estando yo en un cumpleaños rodeado de personas. Menos mal que las gafas de sol y la incipiente alergia han maquillado mi sofocón. Abrí Twitter en el móvil, se me encogió el alma y se me puso un nudo en la garganta como una pelota de tenis (no he cogido una raqueta en mi vida, Hulio)

Y enseguida afloraron en mi mente recuerdos inolvidables, momentos mágicos en los que me has hecho disfrutar. Tu debut en el primer equipo allá por el lejano año 2000 con el 27 a la espalda, con el Real Betis pagando por sus pecados en Segunda División, cuando empezaste a mostrar detalles de tu clase y calidad. Todos nos mirábamos con una sonrisilla en la boca y entre dientes afirmábamos que teníamos un diamante por pulir. Y se pulió rápido porque inmediatamente fuiste imprescindible para todos y cada uno de los entrenadores que tuviste. No acusaste el salto de categoría y tras tu primera temporada en la máxima división, te convocaron para el Mundial de 2002, donde el fútbol fue rematadamente cruel contigo. Lo diste todo por el escudo de las trece barras verdiblancas y tocaste la gloria con todo el beticismo el 11 de junio de 2005 a orillas del Manzanares. Luego llegó la Liga de Campeones y tu marcha, de la que es mejor no recordar detalles lamentables de Ruiz de Lopera. Muchos te trataron mal cuando volviste con otra camiseta al Benito Villamarín. Otros siempre te guardamos el merecido respeto de alguien que sudó con honestidad nuestra camiseta.

Y llegó el verano de 2015 y tu retorno a Heliópolis. Decían las envenenadas malas lenguas que venías a retirarte, a trincar un par de buenos contratos y a contar chistes. Y te has tirado aquí ocho temporadas en las que has logrado convertirte en una leyenda. Has ayudado notablemente al crecimiento paulatino del Real Betis Balompié y has vuelto a emocionar a muchos béticos. No se me olvidará jamás cuando volviste a jugar un partido con la verdiblanca. Nos hiciste viajar en el tiempo en cuanto agarraste la pelota pegada a la banda derecha, encarar al lateral y amagarle por aquí y por allá hasta dejarlo sentado en el césped. O cuando levantaste la cabeza y viste a Rubén Castro en el segundo palo, donde con un pase magistral pusiste la pelota para que el canario cabeceara a gol. Ese rato en ese partido frente a La Real Sociedad multiplicó por un millón mis ganas de Betis, provocando que la ilusión y la emoción volvieran a desbordarse en mi alma verde, blanca y verde. ¿Y el gol que nos dio la victoria en el derbi en septiembre de 2018? Por no hablar del mágico día de tu hat-trick glorioso ante el Athletic de Bilbao.

Y como no, los inolvidables 23 y 24 de abril del pasado año, cuando levantaste la Copa del Rey para orgullo de todos los béticos de bien. Jamás lució Sevilla más bonita que esos dos días en los que la ciudad fue un río verdiblanco que se desbordaba en cada ojo humedecido por las lágrimas de todos los que sentimos con fuerza al Real Betis. Fueron lágrimas de alegría, agradecimiento y alivio por todo lo sufrido y vivido. Los mismos motivos por los que hoy, cuando he visto el vídeo en el que anunciabas tu retirada, han recorrido mis mejillas.

Ahora tu papel y tu rol cambiarán por completo, pero no dudo de que seguirás siendo un protagonista importante en el día a día del Real Betis Balompié. Este club y este sentimiento no se entienden sin ti. Disfruta de este mes y medio que te queda como capitán y haznos disfrutar hasta el último segundo. Siempre te vamos a recordar. Eres y serás eterno. Te lo has ganado. Gracias Joaquín.

Foto Principal: EFE