Pablo Caballero Payán El Real Betis Balompié anunció en el mediodía de ayer la desvinculación de Antonio Cordón como director deportivo de la entidad verdiblanca. La noticia era de esperar tras la decisión tomada por el extremeño y que ha cogido por sorpresa a toda la afición bética, que no se esperaba esta espantá de una pieza clave en el proyecto de la entidad de Heliópolis y que genera una incertidumbre que Haro y Catalán deberán revertir en serenidad y confianza con su toma de decisiones.

Los máximos dirigentes del Real Betis conocían las intenciones de Antonio Cordón desde hace varias semanas y supongo que ya estarán manos a la obra para sustituir al director deportivo por otro que sea capaz de seguir dotando al club bético de una estructura sólida y solvente para la confección de la plantilla y la organización deportiva de la entidad verdiblanca. Confío en que muchas de las personas que han trabajado bajo las ordenes de Cordón seguirán con sus funciones y se integrarán en el nuevo organigrama que disponga el futuro director deportivo que llegue. Creo que el perfil que se debería buscar es el de una persona con experiencia, capacidad de mando y que sepa soportar la presión del cargo y no tirar de gente que ha estado en un segundo plano y que, con todo el respeto del mundo hacia su trabajo, podrían acusar notablemente el cambio de rol y de exigencia.

Personalmente me siento bastante decepcionado con la decisión tomada por Antonio Cordón. Cuando llegó a su cargo habló de despertar a un gigante como uno de sus objetivos y, aunque esa misión la ha conseguido de manera sobresaliente, en el Real Betis quedan muchas cosas por hacer y mejorar. La sensación que tengo es que ha preferido dejar su trabajo con un buen sabor de boca a arriesgarse a que no salgan las cosas tan bien como se esperaba y estar expuesto a críticas y reproches. Su postura ha sido muy conservadora y mirando única y exclusivamente por sus intereses y eso es francamente decepcionante. Yo entiendo que la situación económica del Real Betis lastra mucho su margen de maniobra y puede que eso le haya condicionado sobremanera a la hora de renunciar al cargo, pero espera más valentía y responsabilidad por su parte, ya que su decisión, a priori, tiene más contras que pros.

A pesar de la decepción, no queda otra que agradecerle su trabajo, que ha sido de sobresaliente, y esperar a que su sustituto ofrezca similares prestaciones y rendimiento y que cuando llegue la hora de ser valiente lo sea y no coja la puerta de salida sin mirar atrás. Se va una pieza clave y fundamental del proyecto bético de manera inesperada. Tarde o temprano también se irán jugadores emblemáticos y, obviamente, llegará el día en que Manuel Pellegrini deje su puesto de entrenador. Y cuando eso ocurra, seguirá el Real Betis Balompié escribiendo su historia de la mano de otra gente y con el respaldo de una afición incondicional.