Reyes Aguilar @oncereyes Cuando Merixell Batet se ha dirigido a Gómez de Celis por bético, antes de por ser el Vicepresidente y precursor de que el Congreso de los Diputados se llenase de verde y de esperanza, yo me he sentido especialmente orgullosa, porque son muchos los lazos y los nexos que nos unen. Tras ese fervor y esa pasión por el equipo que he visto en su mirada oyendo las palabras de la Presidenta, estaba su abuelo, culpable de ese beticismo de sangre. Me enorgullece siempre verle ejerciendo su responsabilidad, porque los dos hemos nacido de las mismas calles, del mismo barrio donde las ventanas se abren a una vida tendida al sol, por entre las azoteas y los recuerdos de los vecinos de la Calzá, la Puerta Osario, Triana o San Bernardo. Polígono de San Pablo, barrio de barrios, cantaba su trovador, que en gloria esté,  como banda sonora para ilustrar una imagen que nunca justificó mejor el hecho de que vale más que mil palabras; Rafael Gordilllo, Gómez de Celis y la verde y blanca, más humildad no cabe en tanta grandeza. Y es que los dos somos béticos por la misma vía, la de un corazón con el tres a la espalda que late sorteando calles flamencas y que con tres zancadas de medias bajadas recorre la banda izquierda que une el Polígono con Santa Catalina, donde las calles mojadas a los dos, nos han visto crecer parando la vida en el umbral del balcón del Rinconcillo, por la geometría de los azulejos del Tremendo, el cross road Sol, Bustos Tavera y Almirante Apodaca o los futbolines de Gerona, por donde dejamos la bola de la vida correr para cambiarla por el tarni shield, mientras los gatos de los antiguos juzgados siguen maullándole a la luna escondida tras la torre mudéjar de tu Santa Catalina y la mía. Son muchos los lazos que nos unen, somos hermanos sin sangre porque contamos los años de Jueves Santo en Jueves Santo  marcándolos en el almanaque con tinta verde, por eso mi orgullo sincero por representarnos con humildad y señorío, como los buenos béticos, los del junco que se dobla y que nunca se quiebra, llevando al Congreso de los Diputados el mismo aire del Villamarín que le acercaba a Finidi el sombrero con la representación de ese Betis anárquico y romántico, el de la última liga de la República y primera Copa de la Transición, ese que une, reúne y enlaza a todo un universo de béticos y béticas de toda ideología, reflejado en ese ilusionante Foro bético de las Cortes. 

Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, aquel niño de mi barrio, bético, hijo de su padre, nunca perdió de vista los adoquines de la calle Alhóndiga, y para no perder el camino ha tenido en su brújula bética a Rafael Gordillo, y desde el corazón de un barrio obrero como el Polígono de San Pablo ha llevado a la sede de la soberanía del pueblo al Real Betis Balompié con su esencia de Manquepierda, de unión y de abrazo alegre, como gol de Miranda.

Gracias.