Reyes Aguilar @oncereyes Considero que es en las peñas donde está el Betis puro, de raíces, familiar, que une y reúne, compartir una velada en una de ellas, es además, un privilegio. El pasado sábado lo viví en Castilleja de la Cuesta, la peña bética bautizada con el nombre de un emblema de las trece barras celebraba su sesenta y cinco aniversario entre grandísimos béticos reunidos en un patio al fresco, muy ambientado y extraordinariamente organizado por esa savia nueva con ganas de seguir con el testigo llevando al Betis en los ojos, como Jesús y Francisco José o la veteranía de Manolo, un socio fundador que me regaló historias de esas que nos gusta oír a los que nos queda tanto Betis que aprender, de ese Betis de Tercera, de rifas, de albero en las botas y alineaciones cantadas como una letanía; Otero, Valderas, Rios, Portu, Isidro, Paqui, Castaño, Azpetia, Kuzman, Areta y Del Sol. Paradójicamente también era yo quien recitaba otra alineación al ver entre los invitados a parte de ese otro Betis de los ochenta que llenó mi corazón con las primeras emociones verdiblancas; Reyes, Perico Medina, Parra, Piriz, Ito, Chano, Casado, Romo, Quico o Gabino. Allí estaban Quico, aquel jugador que se colocó a la izquierda de Rafael Gordillo el día que vino de morado a que su Betis jugara con doce, Parra, ese extraordinario centrocampista que completó la terna meyba de López, Ortega y Cardeñosa y Piriz, representante de aquel Betis Deportivo lleno de canteranos con ganas de ganar. Fue aquel un Betis que en su cuerpo técnico tuvo a las manos mágicas de Vicente Montiel cuyo hijo, José María, testigo de vivencias propias y heredadas, resaltó la semblanza del protagonista de la noche, Don Luis del Sol Cascajares. Manuel Melado, juglar de las trece barras, ensalzó aquella barra del escudo, la que llenó de estrellas los campos de fútbol de España e Italia, pasando por San Jerónimo, mientras sus familiares recibían el cariño y reconocimiento de los asistentes, y que su hijo emocionado, devolvía representado en un cuadro como agradecimiento y recuerdo, con la imagen de quien tanta gloria ha dejado cosida al verde y al blanco. Muchas fueron las voces que amenizaron la noche, pero entre ellas la de Rufino, maestro, un ilustre bético de excelente cante por sevillanas que cantó por los Hermanos Reyes y a la tercera Copa, acompañado de Juan Manuel a la guitarra;  “España tiene un equipo que es distinto a los demás, tiene nombre y apellidos y una corona real…” y es que no hay nada comparable a celebrar la alegría bética general instaurada como una nebulosa, la emoción de sentir al Real Betis en una peña con solera, de compartir sentimientos entre béticos que saben disfrutar de la dicha de serlo porque han sabido sufrirlo, eso que solo se ve mirando los ojos de los béticos que son felices solo por eso, por ser béticos.