El título de este artículo sale de una conversación entre los componentes de este Blog. La charla, a través de nuestro grupo de Whatsapp, andaba analizando cómo Reyes, Pablo, Armando y Julio estamos viviendo los días previos a esta nueva cita copera. Y se nos ocurrió que podíamos hacer un artículo sobre nuestras emociones, vivencias y sensaciones personales.

La previa de Reyes Aguilar: entre la euforia y el entusiasmo. En el arco de la Macarena a la 1, mi meyba a rayas con el 3 a la espalda y mi amiga Elena, y a perdernos. Rocío me espera por Plaza de Armas, Inma por la Alameda, por el Alamillo los del trabajo… habrá béticos y béticas que en los ojos llevarán al Betis en volandas y nos iremos cruzando y abrazando y celebrando la dicha de ser bético, motivo de felicidad sobre todas las cosas. No hay nada más pesado que un bético contento, dicen, pero que es un bético no está triste ni cuando pierde, porque sabemos perder mejor que nadie. Lo que tenga que ocurrir a las diez de la noche que ocurra, que yo mientras ocurre recorreré en compañía de los béticos de mi universo las calles de una ciudad teñida de verdiblanco, como pasó en el Bernabéu la aciaga y fría noche del 97, o la del Vicente Calderón de Dani o la del 77 en blanco y negro, aquella en la que vi llorar a mi padre por primera vez en la salita de mi casa con la ventana abierta al Polígono de San Pablo.

En mi balcón ya luce la bandera del Betis Alé aunque yo sea más del Alabim, Alabam, los dos flecos de la pulsera ya han probado todas mis comidas, la cola para retirar la entrada no significó nada en comparación con la emoción tan grande que sentía cuando salí del Villamarín con la entrada del partido en la mano. No estoy nerviosa, estoy eufórica y entusiasmada, conozco al Betis y sé que es capaz de todo, incluso de ser fiel a él mismo, así que mi previa ya sea en el Pumarejo, en casa Mariano, en el Umbrete o por todos los sitios donde nos iremos encontrando, me servirá para llevar entre mis trece barras la fecha del 23 de Abril que para más dicha, es el día del libro, de Cervantes y de las letras. Nos espera la historia para una vez más, certificar que el Betis es el Betis Manquepierda y este sábado será una fiesta para el beticismo. Yo lo viviré desde la una de la tarde en el Arco de la Macarena,  ahí donde reside la Esperanza que será ese día, más verde que nunca.

La previa de JJ Barquín: la vivencia de la tranquilidad y la mesura. Con el paso del tiempo, he transformado los nervios y la agitación de la adolescencia y la juventud a la calma y el sosiego del que ha pasado ya la cima de los cincuenta. Lejos quedan aquellas carreras que daba, con diez años, por la tienda de mi padre para no ver en directo -en un pequeño televisor- el lanzamiento de cada penalti y poder contemplar la repetición de los disparos de López, Cardeñosa o Esnaola. Después vinieron más vivencias cruciales que sirvieron para seguir reforzando el amor incondicional a las trece barras.

Esta semana tengo el típico cosquilleo que anuncia otro momento histórico en nuestras vidas verdiblancas. Pero mis errores del pasado me condenan a no estar presente en La Cartuja y verlo por televisión. Aún así, no siento la necesidad de estar presente y no será un drama el no conseguir levantar esa copa plateada. Supongo que será la consecuencia de haber mamado el manquepierda y saber que este club es algo más que ganar o perder partidos. No haré nada extraordinario y viviré la final con añoranza de los recuerdos, el alma sentida y la normalidad que ofrece la vida vivida.

La previa de Pablo Caballero Payán: una semana de nervios, impaciencia y sentimientos desbordados. El lunes llamé a mi peluquero para pedirle cita. Lancha, tengo una boda el sábado y tengo que ir guapo. Me contestó que él venía de recoger los regalitos que iban a dar los novios y los dos suspiramos por poder bailar en una barra libre eterna. El martes en el Benito Villamarín. Perdemos injustamente. Viva el Betis manquepierda. El miércoles fui a por mi entrada y mi bandera. Hoy todavía es jueves. Que lento pasa el tiempo. Intento evadirme, concentrarme en otras cosas. No lo consigo. Mañana será viernes. Iré a El Reloj y le diré a Luisma que no me ponga mi William Carvalho (sobrenombre que le ha puesto a mi café descafeinado solo), que necesito una tila.

Y el sábado. A las doce en El Tremendo de Santa Catalina con un buen puñado de amigos béticos y con mi hermano. Echaré de menos a mi primo Javier. Sudáfrica está muy lejos. Cervecitas, risas, miradas, abrazos, conversaciones para ir aplacando los nervios (o para incrementarlos) y un paseo por la calle San Luis. Almuerzo en El Mega y para La Alameda, convertida en un hermoso bulevar verdiblanco donde los cánticos, la esperanza, la alegría y la ilusión irán aumentando conforme pase el día.

¿El objetivo? Que se desborden los sentimientos, que nos cobremos con intereses tanto sufrimiento vivido, tanta decepción padecida. Que mis ojos vean como se tiñe de verde, blanco y verde mi ciudad. Que el camino hacia La Cartuja sea una romería, una peregrinación de fieles béticos que anhelan una victoria que sin duda merecemos. Volver a sentir lo de aquellas mágicas noches a orillas del Manzanares pero ahora junto a nuestro río, al que los romanos tuvieron el extraordinario acierto de llamarle Betis.

La previa de Armando Rendón Aguilera: la Ilusión, los abrazos y la esperanza de los que no la pierden. Uno de esos momentos únicos y especiales que te regala el deporte, está a punto de ser vivido por nuestra afición. El sentimiento, ya de por sí fuerte y arraigado del bético, va a tener uno de esos “subidones” que por desgracia no disfrutamos muy a menudo y que por ello suponen tanto para la infantería heliopolitana.  En estos días de espera, en los que sin querer el músculo que hace mover la vida de los humanos empieza a prepararse para un sprint de cien metros el sábado 23 de abril, todo es ilusión y esperanza. Para los que ya hemos tenido la suerte de estar en alguna final, sabemos que suponen los preparativos, ese camino recto hacia la gloria o la decepción, pero que siempre compensa por las vivencias que nos permite disfrutar con familia, pareja, amigos, desconocidos…etc.

Aquellos que lloramos desconsolados por aquel tanto del Barcelona, en la mejor final jamás vista. Aquellos a los que nos contaron de pequeños que un “canijo” como Cardeñosa y un portero “desarreglao” como Esnaola nos dieron la primera Copa del Rey, contra todo un Athletic y contra un arbitraje infame. Aquellos que vimos como Oliveira galopaba y un trianero jugón nos regalaba un nuevo día de gloria en “nuestro” Vicente Calderón. Todos y cada uno de nosotros deseamos que aquellos que no lo han vivido aun, lo disfruten, lo sientan y vivan el orgullo de ser lo que somos, pase lo que pase, manquepierda. En estos días, recibimos mensajes de ánimos desde todos los rincones del mundo, donde el Betis es querido y acompañado. Desde Colombia, México, Francia, Chile, Alemania o Italia me han llegado mensajes de amigos, aficionados béticos por simpatía que se han unido a ese sentimiento que “traspasa fronteras”.  Y el sábado todos llevaremos un trocito dentro nuestra por aquellos que no van a poder vivirlo, porque sabemos cuánto disfrutarían. Así que pase lo que pase, sin duda ya hemos ganado por goleada la final, porque como vive un bético estos momentos, también nos hace diferentes.

Cuatro maneras distintas de vivir una previa con el nexo en común de nuestros sentimientos y con la ilusión a tope, ya sea por las calles de Sevilla o en cualquier otro lugar. JJ Barquín nos dijo que la suya iba a ser triste. No te confundas compañero: lo triste es no ser del Betis.