JJ Barquín @barquin_julio No se me asusten queridos lectores. Este maleducado título responde a una pequeña acción que analizaremos al final del artículo. Pero antes de llegar a esa encrucijada, quiero quedarme con lo positivo de lo vivido en el Villamarín el pasado Domingo. Cuando una pequeña parte comenzó a silbar a Víctor Ruiz, gran parte del estadio se lanzó a aplaudir al defensa y a recriminar a los exigentes de barra de bar. 

Esa es la actitud y lo que más le conviene, no solamente al jugador afectado, sino al grupo que es el gran valedor de todo lo que se está consiguiendo como bien defiende Pellegrini. Todos ganan y todos pierden. Todos fallan y todos aciertan. Esa es la clave de cualquier grupo humano y, por supuesto, de este Betis. Y eso es lo que debe tener bien claro la afición. Apoyo a todos, aplaudiendo cuando se hace bien para reconocer y aplaudiendo cuando se yerra para apoyar.

Entre todos los que aplaudimos y ayudamos al defensa bético debemos cambiar la tendencia de esa porción de grada donde pululan béticos muy dados a atizar a las primeras de cambio. Con ejemplo y educación, estamos obligados a seguir apoyando a los nuestros en las buenas, pero, sobre todo, en los momentos más duros y complicados. Es el camino que nos muestra el manquepierda que acuñaron los hombres y mujeres que siguieron al Betis en segunda y en tercera, en los campos de barro y tierra. En ellos tenemos una lección de amor y entrega. En definitiva, una lección de vida.

Ese es el camino. Y si los que azuzan y silban a la más mínima persisten en su postura, será el momento de recordar una frase que se dijo en el estadio. Una frase que provocó mucho lío pero que vista con perspectiva cobra todo el sentido. Los once que están sobre el césped con la casaca de las trece barras son los nuestros y tenemos que estar a muerte con ellos. Los que sigan silbando, criticando y menospreciando a los nuestros ya se pueden ir a tomar por cu…

Foto Principal: Antonio Pizarro / Diario de Sevilla