JJ Barquín @barquin_julio Cuesta digerir los tiempos donde se encuentra instalado el
periodismo. Y se hace más difícil para un periodista. No voy a convertirme en adalid de la
objetividad y la verdad, en el emperador de la autenticidad, pero entre la Complutense y Gonzalo de Bilbao me enseñaron a tener una cierta decencia profesional. Y lo que veo ahora me produce sonrojo y vergüenza ajena.

La política y el deporte se han convertido en un pozo enfangado donde vale el titular llamativo que roza la falsedad y la ausencia absoluta de un análisis serio, pausado y, por supuesto, objetivo. Lo único que vale es el espectáculo fariseo, degradante, bochornoso de provocar gresca, de enfrentar a unos contra otros para sacar rédito en las audiencias. Vasile y Roures son los grandes jerarcas de ese periodismo decrépito, inepto, ignominioso y denigrante que se consume cada día entre miles de ciudadanos. El periodismo está de luto desde hace tiempo porque el espectáculo de la capital se ha trasladado a las provincias.

Y todo está hecho con mimo, pensado, buscado, con un fin. Diariamente asistimos a verdaderas mamarrachadas y provocaciones con el fin de levantar a unos para soliviantarlos a otros. Son malos tiempos para contrastar, investigar, indagar, analizar y razonar. Son tiempos de verbena, suposiciones, mala intención, insultos, injurias, agravios, mofas, acusaciones y discusiones que más parecen peleas barriobajeras.

En el Betis estamos curados de espanto. Tras los incidentes de Rubén Castro y Zozulia, ahora se enfanga a las trece barras con otro tema delicado a nivel nacional. Rizando el rizo, ahora llega la reiterada afirmación de un sujeto que trabaja en GolTv, del que ni recuerdo su nombre, que lleva dos días afirmando que Juan Cala es jugador del Real Betis. Es coherente dar el beneficio de la duda cuando se produce un día, admitiendo que todos podemos errar. Pero la reiteración es sinónimo de estupidez y mezquina intencionalidad.

Todo vale para ganar audiencia, aunque está en nuestras manos cerrar la puerta del mal gusto y la zafiedad. Es fácil. No consumir, no seguirlos, no darles publicidad, no comentar sus atrocidades, sus mentiras, su desinformación y su necedad. Y esto también va por los que no paran en redes de darles sus minutos de gloria. Ya se les ha denunciado y ya sabemos los béticos cuál es su objetivo. Absoluta indiferencia. Apostemos por los medios del club, que hacen una más que aceptable labor. Lo demás es seguir dorándoles la píldora, de una u otra manera.

Foto Principal: mega.atresmedia.com