JJ Barquín @barquin_julio El pasado miércoles, mi querida Reyes Aguilar rubricó certeras palabras como solamente ella lo sabe hacer sobre un francés que vino de Lyon. Nos trajo el relato, las sensaciones, la maestría de Nabil Fekir. De su cabalgada, de su gol maradoniano, su recepción, su quiebro, de su poderosa zancada y de su definición. Y, por supuesto, de todo el arte que ha rodeado a este club a lo largo de su más que centenaria historia.

Otro gladiador de la palabra como Alberto Edjogo relataba una bonita historia de su adolescencia que conectaba con la clase y maestría del franco-argelino. Decía el ecuatoriano-guineano que no se le puede exigir a Fekir que haga cosas para las que no está llamado. Y estoy muy de acuerdo con él. Los maestros tienen sus tiempos, sus sensaciones, sus emociones y su día. Fekir tiene el tarro de la calidad y la esencia lleno y es cuestión de esperarlo como se esperaba al Faraón de Camas.

Fekir es pellizco, detalle, perfume caro para un fútbol que perfuma con su pierna izquierda. Fekir es un instante de felicidad, de éxtasis fugaz. Y con eso es suficiente para quien escribe y ya peina canas. Alguien que también pudo deleitarse con Anzarda, Mühren, Cardeñosa, Benítez, Morán, Gordillo, Finidi y Calderón.

Pero si algo me gustó el otro día fue su gesto tras la obra de arte que construyó. Siento devoción por las buenas personas, por sus detalles, por sus gestos. Y Fekir es un buen tipo. Lo demostró el otro día. Tras su gol, el lionés quiso acordarse de su compañero Tello, que pasa por el duro trance de perder a su padre. Y con Nabil toda la plantilla. Para mí fue lo mejor de la noche. Más que los tres puntos. Más que el eslalon gigante que se marcó el que, para algunos, traía un defecto. Porque si en Cádiz tienen al Tío de la Tiza y sus duros antiguos, nosotros tenemos a nuestro “Tío la Tara” y sus mellas verdiblancas. Ese gesto de humanidad, de sensibilidad es la clara demostración de que el equipo es una verdadera piña, que es un grupo fusionado y lo que le duele a uno, les duele a todos. Ahí se comienza a labrar las grandes plantillas, donde influye más esa cohesión que la calidad o la fortaleza física para llegar a las metas ansiadas. El compañerismo, la unión, la camaradería son esenciales para lograr los éxitos. Por todo eso, a mí me representa Nabil Fekir y me representa esta plantilla. Merci Nabil. Force pour l’equipe.

Foto Principal: Antonio Pizarro (Diario de Sevilla)