Pablo Caballero Payán @pablocpayan

Al hilo del gran artículo que mi compañero J. J. Barquín escribió en este blog hace un par de días, me asalta una pregunta de fácil pero desoladora respuesta. ¿Hay alternativa a la mediocridad? No, no la hay.

Porque vamos a ser serios: Lopera, Castaño o Bitton no son opciones. Darle de nuevo las llaves del Betis a personas que están inhabilitadas judicialmente por su mala praxis cuando abocaron al club a un concurso de acreedores muy lesivo para los intereses de la entidad de Heliópolis, es un suicidio institucional. Ellos no podrían ejercer cargo alguno, pero pondrían a sus marionetas manipulables para hacer y deshacer a su antojo.

Antes dije que no había alternativa a la mediocridad actual. Voy a puntualizar que, al menos yo, desconozco si existe una tercera vía, ajena a los condenados e inhabilitados, que sea productiva, eficaz e interesante para el Real Betis Balompié. Me resulta improbable que exista porque, entre los actuales dirigentes y los culpables por el concurso de acreedores, tienen la mayoría del poder accionarial del club verdiblanco.

Estamos ante un callejón sin salida. Yo, si fuera accionista, lo tendría claro y me abstendría en la próxima Junta de Accionistas, asumiendo el riesgo que esa decisión conlleva. Mi deseo es que, ante la irremediable situación de mediocres o inhabilitados, continúen los primeros, sin duda alguna. Eso no significa que tengan mi apoyo y mi beneplácito. Ni mucho menos. Pero es que la otra opción es tan aterradora, que prefiero lo que hay ahora mismo.

¿Y cuál es la solución a este galimatías? Exigir sin contemplaciones y apretarle las tuercas a Haro, López Catalán y compañía. Hay que reconocer que todo, absolutamente todo, no se hace mal. Pero aquí prima lo deportivo, lo que ocurra con el primer equipo. El resto, es secundario, accesorio, siempre que se haga desde la legalidad más absoluta y estricta. Y de momento, lo que nos prometieron, no se cumple y, lo que es peor, no hay perspectiva de que vaya a cumplirse.