JJ Barquín @barquin_julio El trabajo me ha llevado los dos últimos años a Badajoz. En la ciudad del Guadiana me asaltan recuerdos de momentos complicados en la reciente historia verdiblanca. Momentos que tienen un nombre propio. Luis Oliver. El empresario navarro ha tomado las riendas del club pacense y está en plena forma. Sigue siendo ese trajeado encantador de serpientes, ese beduino que comercia con arena en el desierto o ese vendedor de batidos que te promete perder kilos a la velocidad que él gana euros. Su toma de posesión ha tenido la altura tétrica y cómica que acompaña al personaje. Ha tenido que pisar la cárcel para poder comprar las acciones a otro empresario del tocomocho como Joaquín Parra.

Y entre evocaciones y pasado, el querido Alfonso del Castillo publicaba en redes sociales que el 7 de julio -Gora San Fermín- de hace 30 años, el Betis fichaba a Luis Merino II. El peludo defensa procedía libre de un Málaga que se encaminaba a la desaparición como club. Ese tweet me ayuda a retrotraerme a otros tiempos convulsos, de penurias futbolísticas, de arcas con telarañas y un presidente con apellido motero, que hacía todo lo que estaba en su mano para enderezar una situación financiera calamitosa.

Estoy seguro de que la gran mayoría del beticismo coincide en que estamos en un momento de grandes expectativas y tremenda ilusión por una temporada que debe ser la de la confirmación tanto en juego como en resultados. Sean felices, disfruten de la calidad que tenemos en el césped, hagan de sus ilusiones un bálsamo para los malos momentos -que vendrán- y pasen rotundamente de todos aquellos personajes agoreros y tóxicos que inundan los mundos de la red. Gente infecta y dañina que, por interés, rencor o estupidez innata, ve contrariedades e inconvenientes diariamente. 

Decía el filósofo George Santayana que “los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”. Por esa razón, es bueno detenerse de vez en cuando para viajar al pasado, recordar de dónde venimos y apreciar lo que hemos avanzado y construido juntos. El Betis es ahora un club con una estructura organizativa profesional y una parcela deportiva con un excelente director técnico, un magnífico entrenador y una plantilla de muchos quilates. Mirar una plantilla de esos años de la Expo con los Merino, Chirri y repasar la actual es un ejercicio de positivismo irrefutable e ilusionante. Háganlo esporádicamente para apreciar lo que tenemos. Y ya digo, a los infectos maléficos, ni caso.