Reyes Aguilar @oncereyes Defender la alegría, como una trinchera, que diría Mario Benedetti. Defender la alegría de las banderas que han vuelto a ondear al viento donde tu verde es más verde y más blanco es el blanco. Defender la alegría del porvenir, del disfrute del momento y del resurgir de aquellos dorsales que esperaban a Pellegrini para que les diese su sitio y a tí, el lugar que te corresponde, donde siempre debiste estar por historia y por la fidelidad de los que nos agarramos al junco de tu orilla, ése que se dobla pero nunca se quiebra. Llegó desde Chile, donde también nacen con el señorío bético, dando respuestas elegantes con su discurso serio, por eso a Pellegrini le quiero siempre contigo, porque te ha mirado a los ojos y nos ha oído en la grada silenciada, encontrándonos tras cada asiento vacío. Y apelando a ese beticismo irracional y romántico de aquellos que son béticos incluso antes de que ellos mismos lo supieran, a Juanmi lo ha devuelto a su sitio, como a William Carvalho y a Fekir le ha marcado las directrices para que él solo, grabe su nombre en tu historia, otras cinco letras de oro como las tuyas, que guardan el tesoro de un siglo de afición, como dice el himno. Y a Borja, el niño de la niebla, le ha pintado una sonrisa de las que Joaquín reparte por el vestuario, ése que ilumina con el brillo de sus ojos que es por donde nos miras cuando saltas al campo agarrado a un brazalete donde caben todos los béticos del Universo. Hemos tardado en volver, pero ya hemos vuelto, y por tus botas centenarias llenas de la hierba de los años, demasiados sinsabores había para tan pocos pero inolvidables momentos de gloria que caben en ciento trece años; cada bético y cada bética tendrá su bandera ondeando al aire de sus recuerdos, ya sea la noche del miércoles ante el Valencia, en Milán, en el Vicente Calderón, en el dorsal número diez o en la banda izquierda de tu casa, ésa que tiene un tres pespunteado a zancadas. Ya es hora de disfrutar y meter en el cajón la dolorosa espera de los tiempos mejores, ahora miremos arriba, al cielo de Heliópolis, donde el sol le ha cedido el protagonismo a las estrellas que señalan el camino donde juegan esos equipos que llaman grandes, aunque tú siempre lo hayas sido.

Tú, Betis, el Betis de nuestras almas, que siempre serás el mejor Manquepierda, sigue acariciando la hierba como lo haces ahora, cuando el balón baila buscando la portería y a nosotros, tus béticos leales, llenarnos de una felicidad incontenible que ahoga este corazón que te escribe, ése que late por tí, con muy poquito que hagas.

Foto Principal: Antonio Pizarro (Diario de Sevilla)