JJ Barquín @barquin_julio Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar y el caballo en la montaña. Si Federico García Lorca volviera a nacer se haría fiel seguidor verdiblanco. No tendría otra opción viendo su genial romancero gitano y a este Betis verde, ecológico, sostenible, único en el mundo, según el presidente Haro. Menos mal que Josemi Catalán ha vendido sus acciones en Genera, que sino el Betis también sería el equipo más gamer del mundo.

No está mal que el presidente se vuelque en proyectos que domina a la perfección. Siendo el mandamás de Prodiel es normal que quiera liderar la lucha contra el cambio climático y convertirse en una especie de Greta Thunberg del Sur de Europa. Poco falta para ver el Villamarín lleno de placas fotovoltaicas y jugando sobre un césped artificial, biológico, sostenible, ecológico y no sé cuántas cosas. Lopera ponía bustos y Haro pone placas. Cada loco con su tema.

Los avances dentro de la institución han sido meritorios y necesarios para poder poner el club a la altura de este siglo, aunque tampoco era difícil viniendo de donde veníamos. Y también ha sido loable fomentar el crecimiento de las secciones deportivas dentro de la institución. Pero de un tiempo a esta parte veo mucho humo empresarial y verde y poca realidad deportiva y clasificatoria. Suena muy bien todo el tema empresarial, el business & Tech para colocarnos en el lado más “in” de esta nueva sociedad de palabrejas sobrevaloradas.

Todos preferimos un Forever Win que un Forever Green. Pero parece que con esta directiva sonámbula que va dando palos de ciego en lo deportivo, esperando que un día suene la flauta, es mejor vender la burra de lo verde, del crecimiento empresarial, del avance en los negocios. Estamos en un momento marketing on fire. Lo de conseguir los objetivos deportivos, lo dejamos para otro escalón. Aunque a lo mejor es necesario crecer hacia otro lado para enmascarar el penoso cómputo deportivo que jalona la presidencia de Haro y Catalán.

Una situación a la que hay que añadir el comportamiento sorprendente y desleal del club con los canteranos Kaptoum y Francis. No parece que esté siendo muy elegante, sobre todo con Francis, al que se ha querido mandar a la invalidez para que el seguro se haga cargo de lo firmado hace algo más de un año. Parece que la caja comienza a tener telarañas y se prefiere mandar al olvido a un canterano sabiendo que poco importará a la gran mayoría de la masa social bética, que siempre señaló al chaval negativamente.

Esperemos que estos brotes verdes de propaganda de salón sigan su camino pero que, sobre todo, la institución gane en el terreno de juego. La figura de Pellegrini es el último clavo ardiendo al que nos podemos agarrar para invertir la curva de decepción futbolística que nos acompaña desde su llegada al club. Un club deportivo vive de sus resultados y lo demás, siendo importante, es secundario. Sin éxitos deportivos, el desencanto es un sentimiento que arrasa con todo y con todos.