Pablo Caballero Payán @pablocpayan 12 de septiembre en el calendario. El Real Betis Balompié, sin necesidad de inventarse la fecha de su fundación, cumple 112 años de existencia. Con sus pros y sus contras, con sus continuos dientes de sierra que espero que sean cada vez más escasos y esporádicos y con sus Areso, Aedo, Del Sol, Rogelio, Esnaola, Cardeñosa, Gordillo, Joaquín, Rubén Castro y muchos más futbolistas históricos que han defendido con uñas y dientes el escudo de las trece barras verdiblancas. Con todo esto y mucho más y con la esperanza, que para eso viste de verde, de lo que nos queda por vivir.

Sin embargo hoy no quiero poner el foco en los jugadores que han hecho historia en Heliópolis, ni en los títulos logrados, ni en los partidos épicos, vibrantes y emocionantes. Viendo lo que está pasando en clubs como el Valencia CF y el Málaga CF y en otras instituciones que recientemente han cambiado de propietarios, me quiero centrar en la buena salud institucional que vive actualmente el Real Betis Balompié y la tranquilidad que supone tener un reparto accionarial como el que tiene la entidad verdiblanca.

Lejos de tener jeques árabes o empresarios asiáticos que saben de fútbol lo mismo que yo de astrofísica y que solo quieren a sus equipos como un juguete o como medios para promocionar, afianzar y gestionar sus negocios particulares, el Real Betis tiene una situación idílica con un mapa accionarial bastante beneficioso para los interés de la institución. Más de la mitad de las acciones de la entidad está en manos de accionistas de base, aficionados libres para dar o quitar su apoyo a los dirigentes según crean conveniente. Y eso, en mi opinión, es un seguro de vida.

Ángel Haro, José Miguel López Catalán y toda la directiva son conscientes de que si no hacen las cosas bien pueden perder el apoyo del accionariado en las Juntas de Accionistas, poniendo fin a su mandato. Lo complejo de este tema es que se depende de resultados que están muy condicionados por el azar y por elementos incontrolables. Esto no quiere decir que se tenga que justificar cualquier error deportivo. Todo lo contrario. Hay que exigir acierto, coherencia y responsabilidad en la toma de decisiones y en la elección de los profesionales. De nada sirve estar sano económica y socialmente si después cojea el ámbito deportivo.

Aunque quedan aspectos que mejorar y el crecimiento futbolístico debe ser más regular y estable, sinceramente pienso que los actuales dirigentes van por buen camino y que su proyecto de club tiende a consolidarse y a mantenerse como uno de los más importantes y estables del fútbol nacional. Ojala que se logren alcanzar todos los objetivos propuestos y que el Real Betis crezca y se establezca en el lugar que le corresponde. Y si no es así, el futuro de nuestro club siempre estará en nuestras manos. FELICES 112 AÑOS.