Pablo Caballero Payán @pablocpayan Pues tengo que ser sincero y empezaré este artículo confesando que yo creía que Rubén Castro era culpable. Pero también digo que no condené al canario antes de ser juzgado y de conocer la sentencia. La sorpresa grata que me he llevado no la voy a intentar disimular.

Cuando hace cuatro años Rubén Castro fue detenido por la denuncia de su pareja escribí en mi antiguo blog una artículo en el que pedía respeto y prudencia. Como todos conocemos, no fue así por parte de muchos periodistas. Durante este tiempo hemos escuchado a presentadoras y colaboradores de programas sensacionalistas machacar al delantero; a un beodo cocinero acusando a Rubén de maltratador y criticando a la afición del Betis por animarle; a la Consejera de Igualdad de la Junta de Andalucía pidiendo contundencia y ejemplaridad al club verdiblanco contra su jugador; y así podríamos seguir durante horas.

El caso es que Rubén Castro ha sido absuelto y la inmensa mayoría que prejuzgaron al futbolista no van a pedir disculpas ni rectificar sus declaraciones. Tampoco hay que perder mucho tiempo con esta gente, porque ha quedado claro su catadura moral y el respeto que le tienen a los tiempos de los procesos judiciales.

Para mi supone un alivio poder disfrutar de manera limpia y sin negativos condicionantes de los goles que Rubén Castro ha logrado con la camiseta verdiblanca. Desde el primero ante el Salamanca en Copa del Rey hasta el último en Gijón, pasando por el doblete en el descuento ante el Valencia, el golazo del ascenso ante el Alcorcón, uno genial ante el Levante en el Villamarín, etcétera, etcétera, etcétera.

Solo espero que tenga la oportunidad de volver al Betis y despedirse como merece el máximo goleador de la historia de nuestro querido club: sobre el césped de Heliópolis y celebrando un gol. Y que solo se le recuerde por sus goles.