Pablo Caballero Payán @pablocpayan Llevo varias semanas dándole vueltas a este artículo y antes de que se confirme la noticia, que todo parece indicar que tarde o temprano se confirmará, he decidido darle forma. No creo que nadie esté ajeno a estas alturas de los rumores que sitúan de nuevo a Quique Setién en el banquillo del Real Betis Balompié y en este escrito voy a exponer mi pensamiento al respecto.

A la hora de tomar decisiones en cualquier ámbito de la vida hay que tener razones, motivos y argumentos sólidos que te fortalezcan y te ayuden a dar el paso definitivo para decidirte. A mi modo de ver las cosas, la Comisión Deportiva del Real Betis Balompié tiene motivos de sobra (esto no es nada nuevo) para tomar dos decisiones con carácter inmediato que repercutirían positivamente en los resultados del primer equipo bético: el despido de Rubi y la vuelta de Setién.

En mayo, cuando se anunció que el técnico cántabro no seguiría al frente del banquillo verdiblanco creo que se tomó la decisión correcta. Los resultados y el ambiente enrarecido eran razones más que justificadas para adoptar esa medida. El error ha estado, obviamente, en el fallo a la hora de elegir el sustituto de Quique Setién. El actual entrenador del Real Betis no ha sabido sacarle el rendimiento oportuno a una plantilla que, con aspectos mejorables, está rindiendo muy por debajo de sus posibilidades. Y precisamente en este último aspecto es donde encuentro más razones para apostar por el retorno del santanderino. Las características de la inmensa mayoría de los jugadores del plantel verdiblanco se amoldan perfectamente a la idea de juego de Setién y están acostumbrados a ese estilo.

Traer a otro entrenador es lanzar una moneda al aire. Lo que ocurrió desde febrero hasta el final de la temporada pasada fue decepcionante y un fracaso rotundo. Las cuotas de culpa hay que repartirlas con justicia y Quique tuvo una bastante importante. Yo diría la que más, sin obviar los nefastos fichajes de invierno, no tanto por la calidad de los jugadores sino por la idoneidad de ellos y por no reforzar al equipo en los puestos que demandaban una mejoría. Los sinsabores se multiplicaron y se encadenaron y derivó en una frustración evidente que acabó llevándose por medio al que casi siempre suele pagar los platos rotos en el mundo del fútbol. Pero tampoco debemos obviar todo lo bueno que se había hecho antes de ese fatídico febrero de 2019. El Betis desplegó un fútbol bastante bueno, se logró la clasificación europea y se consiguieron victorias emotivas e históricas en el Bernabéu, Pizjuán, San Siro y Camp Nou. Se hicieron muchas cosas bien y es justo reconocerlo.

Estas son las razones que justificarían, desde mi punto de vista, la vuelta de Quique Setién al Real Betis Balompié. Y cuanto antes se tome esta decisión mucho mejor. La situación actual es preocupante pero aún no es dramática ni caótica, aunque para eso queda, lamentablemente, muy poco tiempo si no se revierte una situación difícil de recuperar si nos atenemos a lo que hemos visto hasta el momento. Seguir confiando en Rubi es una temeridad. Apostar por el retorno de Quique Setién es un riesgo, pero mucho menor que mantener al actual entrenador.