Pablo Caballero Payán @pablocpayan Tenía pensado escribir sobre la situación deportiva del Real Betis Balompié tras disputarse los dos primeros tercios del campeonato pero no me voy a resistir y opinaré sobre lo ocurrido el pasado domingo en las gradas del Benito Villamarín. Vaya por delante que ni me avergüenzo ni siento asco de mi afición, cosa que he leído y escuchado a muchos béticos que se dedican a impartir clases de beticismo.

Para explicar cuál es mi punto de vista utilizaré el símil de la educación que un buen padre debe proporcionarle a su hijo. Creo que todos estaremos de acuerdo en que el cariño que se le tiene a un hijo es lo más bonito y grande que hay en este mundo. Pero no por ello todo son momentos de felicidad absoluta. A un hijo cuando se comporta mal, mete la pata, no atiende a razones y se desvía del camino correcto hay que reprenderle, reñirle y hacerle ver que se está equivocando. El aprendizaje tras las equivocaciones es muy significativo y por eso es fundamental corregir los errores a tiempo para que tu hijo avance y evolucione como persona.

Porque si somos eternamente pacientes, muy condescendientes con ellos, le quitamos importancia a sus malos actos y nos plegamos a sus caprichos, corremos el riesgo de convertir a nuestro hijo en un tirano, en un déspota, en un ser ególatra, en un intransigente e intolerante que no aceptará en el futuro críticas y opiniones distintas a las de él y que no será capaz de admitir sus errores, de rectificar y de pedir disculpas cuando ofenda a alguien. Con este tipo de personas, cualquier intento de evolucionar es un trabajo baldío, pero como es nuestro hijo, le querremos aunque estemos profundamente decepcionados con ellos.

Así pues, al Betis le seguiremos queriendo por mucho que se comporte mal. Y por supuesto, cuando eso ocurra, habrá que hacerle ver al club verdiblanco que se está equivocando. Parece que lo del otro día es la primera vez que ocurre y creo que es una equivocación pensar que la afición bética ha cambiado. Cuando el Betis ha hecho partidos malos se ha pitado y protestado independientemente de la situación del equipo, así que las protestas del domingo no son una nueva tendencia del aficionado bético. Es simplemente la lógica reacción del que ve algo que no le gusta, que considera malo y lo critica. Intentar culpar a las protestas de la afición de los males del equipo es una enorme injusticia.

Es cierto que la situación deportiva no es preocupante y que el objetivo está a un solo punto, pero también es cierto que el conjunto de Setién lleva esta temporada más puntos que juego. De los más de cuarenta partidos disputados por el Betis hasta la fecha podemos contar con los dedos de una mano los que han sido realmente buenos. Creo que el aficionado que protesta ha sido paciente con el equipo y no protestó a las primeras de cambio. Es un error culpar a este sector de la afición de que se dejan influenciar por la biriprensa, porque también podríamos decir que los que ven todo de color de rosas y están encantados con el Betis y su entrenador, están influenciados por periodistas aduladores y que no hacen crítica alguna y que son tan nocivos como los llamados biriperiodistas.

Otra cosa bien distinta es celebrar los goles del rival, que tampoco es la primera vez que sucede. Esto si me parece lamentable, fuera de lugar e inaceptable. Tampoco comparto la opinión de los que piden un cambio en el banquillo de manera inmediata. Es más, pese a que pienso que Quique Setién debe cambiar muchas cosas, mejorar las prestaciones del equipo y no poner excusas banales cuando se pierde, vería lógico y normal que el técnico cántabro siguiera al frente del equipo en la próxima temporada si consigue el objetivo de clasificar al Real Betis para competiciones europeas. Nos podrá gustar más o menos, pero si se alcanza la meta propuesta, habría que darle continuidad al trabajo que se está haciendo.

Creo en la crítica constructiva como medio de crecimiento. Creo que debemos ser más ambiciosos y exigir en su justa medida. Y también es cierto que a veces nos dejamos llevar por la pasión y nos volvemos más viscerales, ocurriendo esto cuando vemos cosas que nos gustan muchísimo o, por el contrario, cuando contemplamos acontecimientos que claman al cielo. Es evidente que debemos remar todos al unísono, pero eso no significa que debamos caer en la autocomplacencia, en el error de pedir continuamente paciencia y en la obcecación de no dar el brazo a torcer y cambiar las cosas que no funcionan.

Ni es más bético el que está encantado con la situación actual ni tampoco lo es el que protesta porque cree que así cambiará las cosas. Cada cual es libre de adoptar la postura que crea más oportuna y justa. Ningún bético en su sano juicio pretende dañar al club y al equipo, a no ser que tenga intereses personales, pero ese es otro tema que merece ser tratado al margen de este. Estoy convencido de que en el próximo partido en casa la afición volverá a alentar al equipo, a darle cariño y ayudarle para que vuelva a ser feliz y nos haga felices a todos. Por eso al Betis se le quiere como a un hijo.