Pablo Caballero Payán @pablocpayan Anda uno todavía dándole vueltas a la cabeza sobre qué es lo que le está pasando al Real Betis Balompié. El declive del último mes y medio es inaudito y bastante extraño y dar una explicación lógica es complicado. Hay varias teorías al respecto que circulan por los medios de comunicación y las redes sociales y ninguna termina de convencerme, como tampoco lo hace la versión oficial.

Desde el club insisten en que todo es producto de una mala dinámica de resultados que ha afectado anímicamente a la plantilla, sobre todo tras la debacle copera frente al Cádiz. También se esgrime desde la entidad verdiblanca que las lesiones han mermado el nivel competitivo del equipo y los jugadores han dicho por activa y por pasiva que apoyan a Quique Setién de manera incondicional.

Los que están en contra de la gestión de Haro y Catalán apuntan a ellos como culpables, argumentando que todo lo que tocan estos señores se corrompe y se vuelve nefasto y patético, cosa que le ha ocurrido a Serra Ferrer, que ya se ha contagiado de la atmósfera negativa y nociva que envuelve la planta noble del Villamarín. Aclaro que esto es lo que he leído en medios de comunicación y redes sociales. Simplemente lo expongo, y por si a alguien le interesa, no comparto ni una palabra de este párrafo.

Por otro lado están los que creen que detrás de esta crisis hay un tema de dinero. Dicen que la plantilla y la directiva andan de uñas por las primas a percibir y que los jugadores, hartos de la actitud de los dirigentes béticos, están jugando adrede por debajo de sus posibilidades como medida de presión para que sus pretensiones se vean satisfechas. Es más, se ha llegado a comentar que se ganó en el Bernabéu porque se les ofreció cien mil euros a la plantilla por ganarle al equipo de Zidane.

Tras la derrota en Las Palmas yo pensaba que el problema residía en una ruptura irreconciliable entre la plantilla y Setién y que los jugadores, con su actitud pasota y despreocupada, estaban forzando la destitución del técnico cántabro. Y eso es lo que sigo pensando a día de hoy. He de reconocer que no con tanta vehemencia y convencimiento como el domingo por la noche, pero de todas las teorías, es la que más me convence. O la que menos me dejo de creer. ¿Dónde esta el mal del Betis? El tiempo lo dirá.

FOTO: J. M. Serrano Arce/ABC