JJ Barquín @barquin_julio Largo mes y medio nos queda por delante. El nivelito de unos y otros candidatos asusta. Y aunque lo parezca, no estoy hablando de las primarias del PSOE. Hablo de la junta de accionistas del próximo 29 de junio. Me temo que todos los béticos vamos a asistir a más de un insulto a la inteligencia, tal y como escribía mi camarada verdiblanco, Pablo Caballero.

Porque si la gestión de Haro y Catalán ha sido nefasta en lo deportivo y gris en lo institucional, por ese inesperado e insólito acuerdo con Bittón, la llegada de la candidatura de Rafael Salas ha sido esperpéntica. Su puesta en escena ha sido aterradora, sin contenido, sin programa, llena de contradicciones y ofreciendo un tufo a “quítate tú, que me pongo yo”.

Por eso auguro un mes y medio de mediocridad, de lucha inerme entre béticos, que solamente servirá para agrietar aún más una herida que lleva demasiado tiempo abierta. Los béticos hemos dejado de ser una gran familia y sin darnos cuenta nos vamos dividiendo diariamente, con la inestimable ayuda de los grupos que luchan por su cuota de poder. Todos deberían batallar por unir, sellar, sumar pero desgraciadamente, desde hace mucho, en este club se divide y disgrega a diario. Ahora Betis Ahora, Béticos por el Villamarín, su satélite Arriba Betis Campeón, Por Nuestro Betis, los Cuéllar, etc. Así, estamos. Así nos va.

En este contexto, la guinda que falta a este amargo pastel verdiblanco es Manuel Castaño. El letrado es un versado pescador en aguas revueltas aunque su triste pasado lo convierte en el eterno postulante. Castaño es la viva imagen del quiero y no puedo por su cercanía al dictador de Jabugo. Pero las acciones de Castaño le confieren mando en plaza y lleva unos días mostrándose en modo pasota, dando la sensación de no ir con unos o con otros.

Es una estrategia pues sabe que su apoyo podría ser decisivo a finales de junio. Sabe que dejándose querer puede sacar el máximo rédito al que le llame. Aún así, con su reconocida verborrea, se ha dejado llevar por la melancolía y ha dicho que es amigo de Alfonso y de Miguel Valenzuela, pues “son béticos de bien y les duele el Betis”. Ahí “queó”

Es indudable que Castaño es uno de los máximos accionistas del Real Betis, con un 5,2 por ciento del accionariado. Dispone de un importante paquete accionarial y debe tener presencia en el Consejo de Administración. No es de mi agrado pero debe tener su sitio en el Betis. Todos debemos buscar puntos de encuentro y no se separación. Otra cosa es que el ego de cada uno, no le permita dar ese paso. Yo daría todos los que fueran necesarios para ayudar al principal actor de toda esta historia: el Real Betis Balompié.