Pablo Caballero Payán Anda el beticismo con las carnes abiertas ante la posibilidad de que Ayoze Pérez haga las maletas, pague su cláusula de rescisión y se marche hacia Villarreal, Donosti o hacia la ciudad donde le ingresen en el banco una nómina mejor que la que recibe en Sevilla. Se critica con inquina al club por dejar marchar (presumiblemente, seguramente…) al canario y se obvia una máxima irrebatible: aquí los únicos imprescindibles son los béticos y béticas de corazón.
Deportivamente es un contratiempo importante, pero los que ponen el grito en el cielo cada vez que se marcha un jugador son luego los que le dan a Manuel Pellegrini todo el mérito del rendimiento de la plantilla. Según su manera de pensar y de repartir la cuota de éxito, poco importa quién venga a sustituir a Ayoze, porque bajo las órdenes del chileno rendirá con solvencia. Ojo, que en parte estoy de acuerdo con esto último. El entrenador del Real Betis ha dado muestras de saber exprimir las cualidades de los jugadores para ponerlas al servicio de los objetivos deportivos de la entidad. Como casi siempre, la marcha de un futbolista importante será menos dolorosa en función del sustituto que ocupe su lugar.
Suficientes complicaciones hay en la vida como para hacer dramas y tragedias bíblicas porque un jugador decida irse del Real Betis. Cada uno es libre de tomarse las calores, sofocos y enfados que les plazcas, pero este que os escribe no pierde ni un gramo de sus fuerzas en preocuparse en exceso por los males de su equipo de fútbol. ¿Qué me gustaría que la situación deportiva y económica de la entidad verdiblanca fuera mejor? Por supuesto. ¿Qué este problema del club afecta a mi vida privada y me quita el sueño? Ni de coña. Hay que saber relativizar todo y no pensar que por ello somos béticos del montón o de peor calidad. Lecciones de beticismo por cómo se tome uno las cosas del club no acepto ninguna.
Del Betis se fueron Luis Del Sol, Gordillo, Joaquín, Ceballos, Fabián y, más recientemente, futbolistas importantes como Canales, Guido y Pezzella. Se van ellos y nosotros permaneceremos siempre. Yo seguiré yendo al Benito Villamarín mientras me plazca y seré bético siempre, juguemos contra el Manchester City o contra el Loreto (con todos los respetos para el club de mi pueblo) y sea Ayoze o mi hermano con su rodilla maltrecha el que se ponga la camiseta con el escudo de las trece barras. Como dije antes, los únicos imprescindibles somos los que sentimos en verdiblanco. Todo lo demás es efímero y circunstancial.