Reyes Aguilar @oncereyes Al final ganaste una batalla, Rosalía, que no la guerra. Que me perdone la Rosalía de verdad, momentáneamente cambiaré las Follas Novas por el Motomami ya que la ocasión, lo requiere. La alegría nos espera en nuestra localidad del Villamarín quien la tenga, quien la tuvo, quien la tendrá, vivimos una bonanza bética instalada en un entusiasmo perenne aferrado en el corazón desde que Miranda, siempre Miranda, metió aquel gol con el escudo. Que suene la despechá, que se nos olviden tantos tiempos desagradables, llenos de penurias, malos dirigentes y tristeza, celebremos que la alegría ha llegado a Heliópolis y que de momento, piensa quedarse. Por el vestuario anda, el capitán sabe cómo distribuirla y aunque no comulgue con ciertas exposiciones que del uso de esa alegría hace, pesa más el fruto de su carisma sobre la hierba que nada. Joaquín la reparte allá donde va, siempre tiene un gesto de cariño para quien se lo pide, sin hablar de sus méritos deportivos, ni de sus cuarenta primaveras de un bálsamo de Fierabrás verdiblanco, ni del valor de arrimar el capote al ruedo accionarial o el gesto de facilitar la inscripción de otros compañeros, eso solo lo hace un corazón anti manchas, con sitio en propiedad en el Olimpo Bético.  Joaquín ya es catedrático de ese Manquepierda de Betis que duele, que late y que arranca, ése que defiende como solo él sabe ante los rivales de dentro y fuera del terreno de juego, si es que los tiene. En todos sitios le conocen, porque es el embajador de esa leyenda que recorre el mundo entero y porque la lleva en sus  ojos brillantes y en su sonrisa eterna,  cosidos al brazalete de Capitán del Real Betis Balompié, y que nunca se le olvide lo que lleva, junto a una afición que lo idolatra. Todo el beticismo está con él, los que le esperan allá donde juegue el Betis sea donde sea porque nunca juega solo, los que se identifican con él e incluso los que le critican, los niños que sueñan con una camiseta con su nombre el día de Reyes o los que luchan contra un tumor con su humor. Joaquín es la luz en la mañana del vestuario y la alegría del Betis, la que debemos defender como una trinchera, que diría Mario Benedetti, escritor uruguayo, insigne novelista candidato al Nobel que escribía de fútbol magistralmente, con respeto y elegancia. Y entre alegrías y alegrías, motomamis y Rosalías, busquen un minuto y lean al maestro Benedetti, disfruten del placer de la buena literatura, de sus magníficos artículos periodísticos, de los que tanto se aprende y sobre todo, háganle caso; defiendan la alegría como una trinchera, defiéndanla del escándalo y la rutina, de la miseria y de los miserables.