JJ Barquín @barquin_julio Hace ya más de cinco meses que Quique Setién abandonó la nave verdiblanca y mucho se sigue hablando del cántabro. Demasiado a mi parecer. Aficionados y, lo que es peor, una parte de la prensa siguen alimentando la figura de un tipo que no deja indiferente a nadie allá por donde pasa y entrena. Pero el nivel de aversión y odio en comentarios de hinchas y en artículos de prensa ha llegado a un punto preocupante. Lo último, lo de ser rechazado por Costa Rica.

Quede claro que quien escribe se declaró fiel seguidor de un estilo y de una forma de hacer las cosas. Por supuesto, que hubo malos partidos y grandes decepciones, pero coincidirán conmigo en que el Betis pocas veces tuvo tanta personalidad futbolística como estos dos últimos años. La propuesta era atractiva y el equipo intentaba imponer un estilo en cualquier campo sin importar la enjundia del rival que estuviera delante. Pero una vez finalizada su etapa en el club es innecesario seguir recordando temas o aspectos de un tiempo pasado. Es obligatorio e higiénico pasar página, para seguir avanzando.

Pero, como decía anteriormente, muchos aficionados y algunos periodistas siguen generando un debate hiriente sobre la figura del cántabro. Resulta curioso y decepcionante ver el nivel de rencor y de inquina que se le guarda a un tipo que solamente dijo lo que pensaba en cada momento. Algunos si se mordieran la lengua, morirían en pocos minutos. Tienen el veneno en sangre, son rencorosos y dan pena, mucha pena. Para mí, Setién se equivocó, como todo hijo de vecino, pero no tanto como muchos piensan. Algo que se confirma cuanto más tiempo pasa, tras recapacitar sobre lo que hizo y dijo de muchos temas futbolísticos y de jugadores.

Mi abuela decía “apártame del agua mansa, que de la brava ya me apartó yo”. Pues eso suele pasar muchas veces en la vida. Desgraciadamente, para muchos béticos y para la prensa, Setién ha quedado señalado por un insulto y alguna desafortunada rueda de prensa, en vez, de disfrutar en la memoria de buenos partidos, de un concepto de fútbol y de haber sido consecuente con su idea y su palabra. No como otros que hablaron estupendamente delante de un micrófono, pero no perdonaron ni un céntimo del contrato, por poner un ejemplo. Yo me quedo con lo bueno y destierro lo malo. Eso me hace ser muy feliz y dormir todas las noches a pierna suelta, no como a determinadas serpientes con aspecto humano.