JJ Barquín @barquin_julio Terminaron las vacaciones. Han sido unos días de asueto en septiembre que se han aprovechado al máximo. Unos días en Espera, el pueblo gaditano de mi pareja, y cuatro días para conocer la región de las Beiras, que les digo que -como todo Portugal- es un espectáculo de historia, gastronomía, cultura y amabilidad de sus gentes. Y recordando estos días, mi primer artículo después del descanso estival, lo quiero dedicar a una conversación con el amigo Willy.

Les pongo en antecedentes. Willy Bautista es un hijo de la emigración española de aquellos duros y difíciles años cuarenta. Su padre, espereño de pura cepa, tuvo que mirar hacia Alemania para encontrar un futuro mejor, como hicieron miles de españoles en esa época. Aunque nació en el país teutón, siempre que puede Willy vuelve al pueblo en las fiestas de septiembre, coincidiendo con la bajada o subida del castillo de Fatetar del Santo Cristo de la Antigua.

Willy, amigo de mi mujer de aquellos veranos de la infancia, es un tipo agradable y buen conversador. Tiene ese punto alemán de seriedad, disciplina y puntualidad, pero sin perder el lado sagaz y bromista que da la sangre gaditana que corre por sus venas. La noche que quedamos para tomar unas cervezas hablamos de muchos temas -política, relaciones, trabajo, futuro- y, como no, de futbol. Willy vive en Hannover y me decía que su equipo en España siempre había sido el Barsa, pero con los líos que lo envuelven desde hace años, su simpatía se ha volcado con el Betis, que también viste de verde y blanco, como el club de su ciudad.

Hablando de esto, le comenté que este agosto me había impresionado mucho la noticia que hacía referencia al FC Union Berlín. La información contaba que, en el estreno de la Bundesliga, sus seguidores desplegaron imágenes de aficionados fallecidos que no podían presenciar el debut de su equipo en la máxima categoría germana. Sus ojos se iluminaron y me comentó con emoción que las historias del Union y el Betis tienen muchos puntos en común, menos los colores actuales. Después de 53 años, el club pudo volver a primera no sin antes pasar grandes penurias y momentos delicados, donde la grandeza del club residió en una afición incansable que apoyó de manera brutal cuando más se les necesitaba.

Porque la historia de este club alemán comienza en 1906 cuando se funda el FC Olympia Oberschöneweide. En esos años, al equipo se le conocía por los “trabajadores metalúrgicos” y el color azul de su vestimenta, recordaba a la típica ropa de trabajo usada en las fábricas del berlinés barrio industrial de Oberschöneweide. Como puede verse, sus orígenes están íntimamente ligados a la clase obrera de la Alemania de principios de siglo, en contraste con clubs con orígenes de clase media o alta como el Viktoria 89 Berlín o el Tennis Borussia Berlín.

Después vino la división de la ciudad y el Union quedó en el lado Este, formando parte de la Alemania comunista sin antes pasar por infinidad de escaseces y miserias. Incluso llegó a desaparecer y hace 53 años volvió a resurgir con la fuerza de su mayor tesoro: sus aficionados. Diversas iniciativas se realizaron para recaudar fondos y salvar al club: donar sangre, venta de camisetas en conciertos de rock e incluso, muchos aficionados llegaron a poner su tiempo y su mano de obra para construir remodelaciones requeridas en el estadio para la promoción a la Bundesliga 2. Su estilo popular y obrero le hizo simpatizar con los movimientos hippies y punkies de Berlín. Será por eso que la gran Nina Hagen canta el himno del Union.

Muchas coincidencias se dan en la historia del Union y el Betis, aspecto que podrían facilitar un hermanamiento entre los dos clubes. En estos tiempos de ruptura y desunión, es interesante promover las historias de acercamiento entre los clubes de Europa. Es una idea que dejo abierta para que alguien del club la recoja y la estudie pues sería una iniciativa curiosa y sugestiva. En el tema musical, lo tengo clarísimo: no quiero imaginarme un concierto de Nina Hagen y Kiko Veneno…..