JJ Barquín @barquin_julio La Junta de Accionistas celebrada en el Pabellón de San Pablo ha sido una balsa de aceite. Lo normal cuando se hacen las cosas medianamente bien, con criterio y profesionalidad. Los béticos seguimos contemplando con agrado como la salud de la institución sigue mejorando a pasos agigantados. Tampoco era difícil, viniendo de la tenebrosidad. Atrás quedaron los años de chanchullos, descrédito, mentiras y vergüenza ajena. En definitiva, los años de la dictadura Loperiana, que han supuesto la más negra página en la historia del Beticismo.

Este Betis que vivimos y disfrutamos, muchos béticos, ha cambiado radicalmente. Tras salir de la oscuridad y de los procesos judiciales, la profesionalización de todos los estamentos ha hecho que se avance infinitamente. Incluso abriéndose a la masa social y accionarial, que son la verdadera razón existencial del club. Un buen ejemplo de esa apertura es el voto telemático por primera vez en la Junta.

Ineludiblemente, el club crece con un consejo capacitado; con una deuda que va disminuyendo año a año; con una secretaría técnica excepcional, con Serra a la cabeza; con un cuerpo técnico con conocimientos y bagaje; con una plantilla de más nivel y valor en el mercado; con un departamento de comunicación experto, moderno, de grandes profesionales; con unas instalaciones que se van optimizando y adaptando a los tiempos.

En definitiva, un crecimiento institucional y deportivo, planificado, sostenido y competitivo. Proyecto, profesionalidad, trabajo, confianza y paciencia, son los cimientos de este Betis del siglo XXI. Y, por supuesto, es necesaria la crítica, para seguir creciendo, pero desde la construcción y la aportación, no desde la negatividad y el derribo constante.

Y otro aspecto a destacar. Hace mucho tiempo que los béticos no se sentían tan representados por un consejo de administración. Un consejo que es capaz de contestar sin recelo a un ingrato que miente cada vez que habla con su obtuso castellano de Concha Espina o un presidente que le dice a los casposos del pasado como Castaño y a los neoexigentes, que el club crece por el trabajo y no por la voz de los críticos, sean exconsejeros, afición o prensa.

El mayor problema al que nos enfrentamos en este momento es la parte crítica de una afición, jaleada por parte de esa masa periodística cercana a Nervión, que quiere lo peor para este club. Hace poco escribí que, teniéndolo todo de nuestra parte, no sería de recibo que quien nunca falló, comience a ser un obstáculo. Es triste, pero en estos momentos, toma mucho sentido la mítica frase de Churchill quien le dijo a los jóvenes que se iniciaban en el partido conservador, “nuestros adversarios están enfrente, nuestros enemigos atrás”.

Foto: As