Pablo Caballero Payán @pablocpayan Llevaba un rato dándole vueltas a la cabeza para intentar escribir algo y no me salía nada. Le pedí ayuda a mi compañero JJ Barquín, a ver si a él se le ocurría algún tema. Me dio una idea, pero no me motivaba. Y sin quererlo, me dio la solución al replicarme que sin motivo no se puede escribir.

Pues al lío, que hay un gran motivo por el que escribir: el partido del domingo en el Villamarín. Los de Quique Setién llegan en un magnífico momento tras ganar dos partidos seguidos. Está en manos de esta plantilla conseguir la tercera victoria consecutiva, cosa que no ocurre desde la temporada 11/12, cuando se le ganó al Valencia (2-1), Atlético de Madrid (0-2) y al Sporting de Gijón (2-0). Es una buena motivación igualar este registro.

Otro motivo importantísimo para estar animado y con ganas de que eche a rodar el balón es el asumir que, casi definitivamente, en caso de victoria, las aspiraciones del Real Betis aumentarán y la inclusión en el grupo de equipos que lucharán por puestos europeos es total. Sería una victoria con múltiples efectos: morales, de prestigio, de autoridad, de confianza…

Me motiva también echar la vista atrás y acordarme de las veces en las que el Real Madrid hincó la rodilla en Heliópolis. No es que hayan sido muchas las que yo he visto (solo recuerdo cuatro) pero por ese mismo motivo las he vivido con intensidad. Me acuerdo de los goles de Jarni, Oli y Vidakovic en la victoria de enero de 1998; o el gol en el descuento de Ito para ganar 3-2 en 1999; la remontada de 2008 con goles de Edú y Mark González; y el golazo de Beñat en 2012, en la última victoria bética frente los madridistas en el Villamarín.

De este último partido también guardo en el recuerdo el gesto de José Mourinho marchándose del césped aplaudiendo a la afición bética por cómo había vivido, animado y empujado al Betis, que venía, por si no lo recuerdan, de perder 5-1 en Nervión. De eso ya han pasado cinco años y medio, así que ya va siendo hora de volver a derrotar al Real Madrid y vivir otra noche de magia, alegría y éxtasis en verdiblanco. Que así sea.

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