Manuel Rey @ManuReyHijo  11, 00 del martes 30 de enero de 2018. Hora y fecha en que comienzo a escribir estas líneas, poco tiempo después del lamentable partido “disputado” frente al Celta de Vigo. Destaco esta circunstancia al entender que resulta un factor contextual importante para evaluar la opinión que voy a emitir sobre Enrique Setién, su modo de ver el fútbol, su forma de comportarse ante los medios, y su desarrollo profesional presente y futuro como entrenador del Real Betis.

En diciembre de 2014 volvía a Heliópolis un técnico que, para qué negarlo, ha marcado socialmente a nuestro club. Pepe Mel regresaba con el apoyo de gran parte de la afición gracias a logros pasados y, sobre todo, a una labor de marketing personal sustentada en una inteligente forma de desenvolverse ante los medios de comunicación. El argumento más sólido a nivel de directiva para su retorno era conseguir la “paz social”. Pepe Mel fue despedido del Betis tras trece meses en el cargo, algo parecido a lo que le sucedió después en el Deportivo de la Coruña y había ocurrido antes en el West Bromwich Albion (en ambos casos después de haber cumplido, más o menos, 6 meses de contrato).

La contratación por segunda vez de Pepe Mel me pareció en su momento una decisión nada acertada. No pensaba en los resultados que a corto plazo se pudieran conseguir, sino en un futuro a medio plazo con una apuesta deportiva sin salida. Con él en el banquillo se consiguió el último ascenso, aunque no sabemos si fue la causa o tan solo uno más de los factores más o menos influyentes en su consecución. Los años de profesión habían convertido a Pepe Mel en un técnico timorato, plañidero y más preocupado por las relaciones con un entorno mediático y social cercano, que por el producto futbolístico que ofrecía.

Enrique Setién es un profesional de perfil absolutamente opuesto al autor de “El Mentiroso”. Fue contratado por el Real Betis sabiendo quien era y lo que venía a hacer. Se permitió incluso el lujo de decir en sus primeros días como técnico que había recomendado a los directivos su no contratación, habida cuenta de lo arriesgado de la misma.

Con un sistema de juego muy definido y basado en atraer a los contrarios a tu portería, embelesados ante los cantos de sirena que supone el juego de pases entre nuestro portero y defensa, Setién intenta abrir huecos en un contrario que sube habitualmente su presión para alcanzar el jugoso premio que significa la aparente facilidad (hasta el momento real) de golear sin apenas esfuerzo de creación.

Abraham Maslow fue un psicólogo humanista que a mediados del siglo XX postuló una famosa teoría sobre la jerarquía de necesidades humanas, relacionada con aspectos conductuales y motivacionales del individuo, y conocida habitualmente como Pirámide de Maslow.

Siguiendo este modelo teórico, se podría decir que Enrique Setién es un profesional al que no le motivan/preocupan la cobertura de las necesidades futbolísticas básicas, ganar o perder partidos por encima de todo, sino que mantiene activadas lo que Maslow denomina necesidades superiores, en su caso y aplicado al balompié, el respeto a un sistema de juego, el compromiso con unos valores futbolísticos, el reconocimiento social de los mismos y, solo como consecuencia de ello, el éxito a medio/largo plazo (victorias y títulos).

He reflexionado sobre el tema y con más de media liga jugada, el apoyo a Enrique Setién como entrenador del Real Betis Balompié es, básicamente, una cuestión de fe. No creo que puedan ser extrapoladas sus experiencias previas en Lugo y en Las Palmas, como elemento de referencia para saber donde nos llevará este técnico, la verdad. Repito, es una cuestión de fe y como tal defiendo mi posición.

A pesar de los 6 goles del Valencia, a pesar del espantoso partido en Ipurúa, a pesar del ridículo copero contra el Cádiz, a pesar de la pantomima en Las Palmas, a pesar de la última media hora frente al Barcelona, a pesar de la desesperación que me inunda cada vez que veo a nuestros defensas y portero jugar en horizontal en zona de máximo riesgo, y a pesar también de las declaraciones que de cuando en cuando hace el hijo del gran Manolo Sarabia, creo que los directivos del Real Betis deben mantener en su puesto a Enrique Setién. Y lo propongo, además, tan solo unas horas después de un nuevo espectáculo deprimente ante el Celta en Balaídos.

Ya les digo, es una cuestión de fe. Necesito creer en el entrenador del Real Betis Balompié. Y son muchos los que en estos años han pasado por aquí, sin que ninguno haya conseguido llevarnos a la Tierra Prometida. Estoy harto de mentirosos, cansado de entrenadores sin identidad, aburrido de técnicos “vende humo”, fastidiado con personajes que se pelean con su sombra y con la de los demás, molesto con profesionales preocupados exclusivamente de “pelotear” a la prensa y a la afición, quemado con maestros en el arte de la justificación, del  despiste y de la incoherencia.

Quiero creer futbolísticamente que otro mundo es posible en el Real Betis. Hubo un tiempo en que Lorenzo Serra Ferrer, con una apuesta muy diferente a la actual, nos llevó a la gloria. Casi un cuarto de siglo después de que D. Lorenzo llegara por primera vez, necesitamos un nuevo Betis dominante en el panorama futbolístico nacional. Para ello debemos confiar en un técnico. Y la confianza se gana, claro que sí. Pero pienso que solo un entrenador consecuente consigo mismo y comprometido de verdad con sus ideas futbolísticas es capaz de conseguirlo. Enrique Setién lo es y lo está. Sumen a ello que no es un mentiroso. Créanme que en este mundo no es poco.

12,00 h. del martes 30 de enero de 2018. Termino mi escrito. El próximo sábado Betis-Villarreal. No sabemos el resultado, pero sí cómo jugará nuestro equipo y, en consecuencia, el contrario. Algo hemos adelantado. Ojalá ganemos, no por Setién ni por la fe en su proyecto futbolístico, sino por satisfacer la mayor de todas las necesidades superiores de Maslow, nuestra felicidad y la de todo el beticismo.