JJ Barquín @barquin_julio Lo escribí la semana pasada. El beticismo está empezando a enfrentarse azarosamente. Basta con tomarse un café o por darse una vuelta por las redes para comprobarlo. Si criticas, eres tóxico. Si además exiges, te comparan con alguien de Nervión. En cambio, si te conformas y tragas con todo, eres bético. Y sigo pensando lo mismo: ni calvo ni con dos pelucas. Es necesario ser exigente sin caer en un juicio destructivo sin sentido. Pero creo que no se desestabiliza si se dice que la trayectoria del Real Betis en los últimos años no hay por donde cogerla. Es insufrible ver cada Domingo al equipo, pues la mediocridad en la que nos movemos castiga la vista, la mente y el corazón de los béticos. Y no hablo de excelencia sino de dignidad y sacrificio porque sabiendo que este equipo no tiene calidad y nivel para estar luchando por objetivos mayores, lo mínimo que le podemos exigir a la primera plantilla es que se dejen la piel y la vida en cada partido. Y no es lo que estamos viendo cada año y cada jornada, donde tenemos que asistir a espectáculos futbolísticos decepcionantes como el perpetrado contra el Sporting.

 Pero en un club, además de futbolistas están los que entrenan, los que fichan y los que mandan, que tienen un altísimo nivel de responsabilidad en todo lo que está pasando. Los primeros por no dar con la tecla en los entrenos y partidos; los segundos por no mejorar las prestaciones futbolísticas de un plantilla muy deficiente y, por último, los terceros por prometer demasiado lo que les hace parecerse demasiado a sus predecesores. Paralelamente a lo deportivo, la situación judicial en la que se encuentra sumido el club pone en bandeja un nuevo frente abierto en esa división. Si exiges y criticas, simpatizas con Lopera o añoras épocas pasadas de Jabugo Street. Si encuentras bondades debajo de las piedras, eres un hombre de Haro y Catalán. Pero lo indefendible son los datos y resulta muy duro ver cómo pasan los proyectos año tras año y lo obtenido es lo mismo: decepción absoluta. Y ya no sirve mirar al pasado para echar la culpa y derivar responsabilidades en el inquisidor De Ávalos.

 Estamos los béticos en una etapa controvertida y difícil, que nos hace movernos peligrosamente en una especie de guerra civil que resta mucho y aporta muy poco. Debemos ser exigentes sin olvidar nuestra historia y el manquepierda. Vienen semanas complicadas con enfrentamientos duros y la plantilla debe cambiar la dinámica para volver a ganarse el apoyo de una afición que se entrega con muy poco. Decía ayer Antonio Adán que les “gustaría sentir el cariño de la grada” y bien sabe el capitán que lo tendrán nada más que vuelvan a ser manada y no ese inofensivo rebaño de corderillos.