Reyes Aguilar @oncereyes Yo no sé, queridos lectores y lectoras, si os pasa igual, que la ilusión se apodera de vosotros poco  a poco, cada día un poco más. En mi caso personal, no sé si será el haber vuelto al Villamarín, con el reencuentro con quien sin ser familia, nos une la amistad de localidad y fidelidad verdiblanca, aquel o aquella con quien los goles del Betis son goles de verdad.  No sé si será el anuncio del 60 % del aforo permitido que permitirá que estemos apiñados, como las balas de cañón que debemos ser o que el verde sea el color predominante en la escala cromática del Eurobetis, ése que nos hace mirar en el mapa a Alemania, Escocia o Hungría organizando el tour de los locos de la cabeza. Es una ilusión añadida reencontrarnos con Europa ante todo un Celtic de Glasgow que se viste de verde y blanco pero en sentido contrario, quizás ahí, el día del sorteo, empezase el pellizco a apretarme;  luego le siguió la llegada de Pezzella y la de Willian José,  quien espero se haya traído las botas de goleador, y la buena gestión de Cordón sacando de donde no hay y jugando al despiste con la prensa. Estoy ilusionada aunque esto acabe de empezar, pero lo importante no es como se empieza, sino como termina, como dice alguien a quien quiero y admiro. Permítanme explicarles que a mí lo que me ha ganado de verdad ha sido un futbolista extravagante que espero venga a completar el Olimpo verdiblanco de bigotes ilustres, como Carmelo, Sergio Kresic o Calderé, y ya es raro que a mí un futbolista me entusiasme más allá de lo meramente deportivo, desde que Gordillo se subió las medias a nadie he vuelto a pedir un autógrafo, por usar un eufemismo rejuvenecedor y autocomplaciente. A mí lo que me ha llenado de una ilusión nueva, ha sido la percha con las camisetas donde se colgaba la verdadera fe en el Manquepierda del fichaje que llegó in extremis, con los ojos llenos de ganas de ser bético sobre la hierba; nada de besos en el escudo, solo la bendita rama que al tronco nace y la camiseta imaginaria verdiblanca con la frase del padre al hijo como dorsal, cuando de pequeño se echaba abajo las rodillas corriendo como nadie por los campos de albero de la novena provincia, que a tantos buenos béticos ha parido; “cada vez que salgas a jugar tienes que llevarla puesta”. Así que como dijo Rubén Darío, no dejaré apagar el entusiasmo adquirido, virtud tan valiosa como necesaria y para recibir a Bellerín, me pondré mi meyba imaginaria con el tres a la espalda, esa que llevo puesta desde que tengo el corazón en verde y blanco y seré feliz con mi Betis y mis béticos, que ya va siendo hora de disfrutar de una vez por todas.

Foto Principal: twitter.com/RealBetis/media