Armando Rendón Aguilera @armandoren Como buen “friki” del mundo futbolero, este que les escribe, lleva muchos, muchos años siguiendo todo tipo de partidos, ligas y campeonatos del deporte del balompié. Mis residencias en Madrid y en Bogotá, además de mi domicilio en Sevilla, me han posibilitado tener contacto con otros entornos, ligas y formas de vivir el fútbol. Recuerdo que en Colombia cada vez que jugaba la selección se tenía que declarar el toque de queda ante la fiesta que se organizaba en torno al equipo nacional. Posiblemente, gran parte de culpa de todo esto viene de casa y del hecho de haber jugado en una de las primeras escuelas de fútbol de toda Andalucía, Colspe, donde pude coincidir con Cobo o Pedro Buenaventura como entrenadores y con multitud de buenos compañeros y futbolistas, llegando a militar en Liga Nacional Juvenil.

Todo ello, a pesar de no haber seguido ligado directamente al mundo del fútbol, sí que ha forjado en mí una inquietud muy especial por todo lo que se mueve en torno a ese mundillo. Así, y por lo que viene toda esta introducción, llevaba viendo a Borja Iglesias jugar desde su etapa en el Zaragoza, donde empezó a despuntar de forma espectacular. Recuerdo aquellos partidos del equipo maño en segunda donde un tío grande, con pinta de torpón y más de DJ musical que de futbolista, les sacaba adelante los partidos casi sólo aprovechando de cara al gol cualquier oportunidad que se le presentaba. Esa sensación de torpón me la hizo borrar a los pocos partidos de verlo, ya que desplegaba además de potencia y pelea, un posicionamiento táctico y una capacidad técnica absolutamente destacable. El “bicharraco” metió nada más y nada menos que 23 goles esa temporada y créanme que los metió de mil facturas. Yo veía los partidos del Zaragoza para ver a Borja, porque me parecía extraordinario todo lo que hacía, aunque fuese en segunda. De ahí el Español pagó su cláusula y se lo llevó a primera, donde junto al resto de compañeros hizo que el club perico fuese a jugar a Europa metiendo otros 20 goles. Además de que daba miedo, deportivamente hablando, cada vez que te enfrentabas con él, sus declaraciones y comportamientos eran de lo más naturales, cercanos y educados, rompiendo un poco esa imagen de futbolista egoísta y poco pegado a la realidad. Valores.

Cuando desde el Betis se habló de la posibilidad de ficharlo, creo que por todo lo que lo había visto, pensé que con él podíamos aspirar a muchas cosas porque el gol es lo más difícil de conseguir. Lo defendí ante mi grupo de amigos, defendí la inversión y a todos les “vendía” lo bueno que era. La historia reciente se la saben. Su rendimiento no era el esperado, los “exigentes” decían que era una “bacalá”, que ojalá saliese, pero él con su propio “manquepierda”, con su humildad y constancia ha revertido la situación. Ahora suena a ventajismo, pero siempre creí en él. La relación que ha mantenido con sus entrenadores, con sus compañeros, con la institución y con la afición, no han dejado de poner de manifiesto que Borja era y es un activo importantísimo para la Entidad y estoy seguro que seguirá creciendo. Me gusta la gente humilde, la gente que con amor propio cree en sus posibilidades y que con su constancia demuestra de lo que es capaz. Quiero darle las gracias, desde aquí, a Borja, por encarnar ese perfil, por ponerlo de manifiesto en el Betis, por pelear por subir ese rendimiento que ya está demostrando y sobre todo, por ser ejemplo para mucha gente honrada a la que no le salen las cosas pero que, especialmente en esta época tan jodida, no dejan de creer en ellos mismos.

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