Pablo Caballero Payán @pablocpayan Escribió en esta misma página mi compañero JJ Barquín el pasado sábado un artículo titulado Un bético sin Betis. Prácticamente estoy de acuerdo en todo lo que él reflejó en esas líneas, pero estoy en total desacuerdo con el título del mismo. Sin Betis no hay béticos. Así que si seguimos siendo béticos es porque hay Betis y, por suerte (si, si, por suerte) siempre lo habrá.

Mi vida está llena de recuerdos imborrables, para lo bueno y lo malo, que tienen que ver con el club verdiblanco. De los últimas imágenes que tengo grabadas de mi abuelo Rafael es con el Betis de por medio. Estaba sentado con la pierna en alto recuperándose de unas heridas sufridas por una caída desde una escalera y escuchando en la radio el partido de ida de la promoción frente al RCD Tenerife. Mi padre estaba conmigo en la puerta de la calle y mi abuelo, con resignación y tristeza, le anunciaba, uno tras otro, los cuatro goles que encajó el Real Betis aquella noche. Ese recuerdo y muchos otros más que están guardado en mi memoria y mi corazón impiden que desaparezca el Betis de mi vida. Ya pueden venir mil hecatombes, mil desastres deportivos, que tras ellos estaré yo parar animar y para soñar con otra resurrección.

Hay Betis y seguirá habiendo Betis manquepierda; manque nefastas gestiones y gestores; manque jugadores poco profesionales; manque buitres despechados que esperan y desean que el club verdiblanco sea carroña para lanzarse sobre esos huesos; manque periodistas intoxicadores que engañan intencionadamente por intereses espurios; hay Betis y seguirá habiendo Betis mientras nos levantemos una y otra vez de las caídas y no nos resignemos. Es innegable que cansa tanto contratiempo, tanta decepción, pero es igualmente innegable que no hay bético que se rinda y tire la toalla.  

No hay que confundir el tocino con la velocidad y una cosa es que la situación deportiva que vivimos actualmente tenga a los béticos desilusionados con su equipo y otra muy distinta es negar la existencia del Betis. Mientras sigamos desilusionándonos, preocupándonos y mantengamos la esperanza de que algún día el viento cambiará de dirección y seremos recompensados por tantos años de sufrimiento y decepciones, mientras sigamos sintiendo al Betis como un sentimiento importante en nuestras vidas, mientras todo eso ocurra, seguirá habiendo Betis. El día que dejemos de sentir así, dejaremos de ser béticos y, entonces, poco o nada importará si hay o no hay Betis.

Foto Principal: realbetisbalompie.es