JJ Barquín @barquin_julio No hace mucho tiempo, un viejo conocido me dijo que en el club se había pasado del blanco al negro sin pintar grises. De la bolsa de basura y la naftalina del dictador del Fontanal a la super profesionalización, a la constante búsqueda de lo egregio. Y todo en esta vida tiene su aspecto positivo y negativo, su yin y su yang. En el Betis actual, el que seguimos sufriendo para no perder las buenas costumbres, sus gestores están obsesionados con el proyecto pero en este Betis pesa demasiado lo económico antes que lo deportivo. Y les recuerdo que para que todo fluya, el primer equipo es esencial.

Ahora, después del enésimo desastre deportivo, del enésimo desengaño, de haber entrado en la frustración más absoluta, los gestores siguen empeñados en buscar fuera lo que tenemos dentro. Y parte de la culpa la tiene también esa zona exigente de la afición, que cree que los males del Betis se acabaran cuando se fiche a un entrenador top. Pues perdonen que difiera. El Betis necesita gente de aquí, hombres de casa. Gente que haya pasado por el club, que tenga suficientemente conocimientos, con una dilata experiencia y que tenga hambre de triunfo en su hogar. Les dejo una dupla que creo que encajaría López Caro y Merino de segundo. Pero claro no son rimbombantes, ostentosos o llamativos para el gran público.

Se está hablando de nombres que dan miedo por sus desorbitadas pretensiones deportivas y económicas. El Betis no debe pasar por ese terreno pues puede ser el final de la era Haro y Catalán, tanto en lo deportivo como en lo económico. Cada vez que este equipo hizo algo en su historia fue cargado de energía de casa, de nombres de la cantera, una joya algo olvidada en los últimos años. Estoy convencido que con gente de la casa, con hombres que saben lo que significan las trece barras, el objetivo de luchar por cotas mayores sería alcanzable.

El club tiene una plantilla de una calidad más que contrastada pero necesita de ese plus que ofrecen los chavales criados en la cantera y la capacitación de un entrenador que cumpla con los niveles de exigencia que obliga una institución como la verdiblanca. Mi opinión es que se hace necesario trabajar en la humildad, el sacrificio, la honestidad desde la base de los campos de juveniles para conseguir los objetivos que nos hemos propuesto. Y claro eso necesita de tiempo, un poderoso enemigo para las pretensiones actuales. Los aires de grandeza, trasfigurados en entrenadores estrella, un gusto muy  de los comunes mal llamados exigentes, puede que nos conduzca a un callejón sin salida de complicada resolución. Pero poco vale la opinión de un simple accionista y socio.