Pablo Caballero Payán @pablocpayan El fichaje de Quique Setién como nuevo entrador del FC Barcelona ha generado un debate, estéril, insulso y poco interesante, dentro del beticismo sobre partidarios y detractores del técnico cántabro. No voy a perder tiempo alguno en este tema pero si en uno derivado del mismo que, desde mi punto de vista, es intolerable, cansino y que deja claro el nivel de algunos aficionados que no entienden dónde está la línea del humor y de la falta de respeto.

Me refiero a la cantidad de memes y bromas que han tenido que soportar algunos jugadores que gozaron de muchas oportunidades cuando Quique Setién era el entrenador del Real Betis. Principalmente el foco ha estado centrado en Francis Guerrero, pero tampoco se han librado futbolistas como Wilfrid Kaptoum o Antonio Sanabria. El menosprecio gratuito, la ironía injustificada, la sorna con mala baba y darle caña a un jugador como Francis, que no está teniendo minutos esta temporada y que lo ha pasado mal con varias lesiones es, sencillamente, cruel, cobarde e inapropiado.

Mancillar y despreciar de esa manera a un componente de nuestra plantilla me parece ruin y deleznable. Ya durante la temporada pasada el lateral bético sufrió críticas exacerbadas y desproporcionadas. Por supuesto que Francis tuvo partidos malos, como todo el equipo, pero siempre hay un conejillo de indias, un cabeza de turco que se lleva la peor parte de la ira de los aficionados. Y suele romperse esa cadena por el eslabón más débil, por el que más fácil y sencillo resulta hacerle daño.  

Cuesta muy poco mantener la compostura, ser respetuosos y tratar a la gente con justicia y educación. Sobre todo porque no sabemos el daño que podemos hacer cuando tratamos a las personas de manera mezquina e injusta. Vaya desde aquí mi total apoyo a Francis Guerrero que, con su virtudes y sus defectos, con sus aciertos y fallos, con sus partidos buenos y malos, siempre que se ha puesto una camiseta con el escudo de las trece barras verdiblancas se ha dejado el alma y lo ha intentado hacer lo mejor posible y hay que tratarle con la humanidad, educación y respeto que merece cualquier persona.