Pablo Caballero Payán @pablocpayan En abril de 2013, cuando esta página estaba de retiro espiritual (existió hasta 2011 y resucitó en 2016) tenía un blog en el que hacía las cosas que sigo haciendo por aquí. Para mi escribir supone una válvula de escape, un hobby que me relaja y me tranquiliza. En vísperas del derbi que acabó 3-3 tras remontar el Betis un 0-3 se me ocurrió preguntar a mis amigos béticos de Facebook que me explicaran qué era para ellos el Betis. El resultado fue bastante grato e interesante. Pinchando sobre esta frase pueden encontrar el artículo.

Por aquel entonces definí al club verdiblanco de la siguiente manera: el Betis es un escalofrío cuando el Villamarín grita BETIS, BETIS, BETIS; es una emoción cuando te abrazas con tu hermano y tus amigos tras un gol; es la esperanza de la resurrección cuando parece que se va a morir. No cambio ni una coma de esta definición. Es más, la última frase de la misma creo que es la que más se asemeja a la realidad del Real Betis Balompié y que actualmente está vigente.

El conjunto bético tocó fondo en Granada hace un par de semanas y todo parecía indicar a que el proyecto de Rubi se acabaría nada más empezar. Sinceramente creo que sobraban los motivos para tomar esa decisión, pero los responsables de tomarla han creído oportuno esperar, quizá porque tienen más información al alcance de la mano que les hagan ser optimistas de cara a una resurrección, la enésima del Betis, que a todas luces parecía imposible.

El caso es que tras ganarle al Celta de Vigo en el último suspiro tras un partido malo y sacar un valioso empate a cero en el Santiago Bernabéu con una imagen bastante buena, sobre todo en el aspecto defensivo, al técnico catalán se le presenta la oportunidad de enderezar el rumbo de la nave verdiblanca en el partido más importante del año. Una victoria en el derbi del domingo podría suponer un espaldarazo inmenso al proyecto y una oportunidad inmejorable para seguir creciendo.

De no ser así y en el caso no deseado de cosechar un resultado negativo ante el eterno rival y al no haber otro partido de Liga hasta el veintitrés de noviembre, creo que sería el momento idóneo de dar un giro de ciento ochenta grados y apostar por un técnico nuevo que intentara reconducir la situación. Confiemos en que los cuatro últimos puntos logrados tengan la fuerza suficiente para que el Real Betis coja un impulso que le ponga en el lugar que por plantilla, inversión y expectativas le corresponde. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, a lo que hay que añadir que la esperanza siempre viste de verde.