Pablo Caballero Payán @pablocpayan Ocho partidos de Liga han sido suficientes para poner sobre la mesa el debate a cerca del estilo de juego del Real Betis en esta temporada. Ocho partidos en los que el conjunto de Rubi ha rendido por debajo de lo esperado, situándose en la tabla clasificatoria en una más que decepcionante decimosexta posición con nueve puntos y siendo el equipo más goleado de Primera División.

Números a parte, que son malos y manifiestamente mejorables, las dudas que provoca el arranque liguero vienen marcadas por la forma de jugar. Estoy en total desacuerdo con aquellos que dicen que el Betis no tiene un estilo definido y que no sabe a lo que juega. Los de Rubi buscan la portería rival con las subidas de los laterales, el desdoble de éstos con los extremos o centrocampistas de banda y, cuando el equipo se siente presionado, se busca con balones largos a los delanteros.

El problema es que ese estilo que está intentando implantar el entrenador catalán, con un fútbol más vertical, rápido y directo que en años anteriores, no está dando resultados por varios motivos de sobra conocidos: falta contundencia en la defensa y en el centro del campo, el equipo se abre mucho dificultando la creación del juego y exponiéndose mucho en defensa cuando los rivales salen al contraataque. A todo esto se le une que el Betis ha tenido que ir a remolque en seis de los ocho encuentros disputados.

Cuando se fichó a Rubi como sustituto de Setién se argumentó que se buscaba seguir en la línea marcada por el técnico cántabro y los estilos de uno y otro no se parecen en nada. Ese cambio en la forma de juego es significativo y puede que al equipo le esté costando más de lo debido adaptarse al nuevo estilo. Con tres o cuatro puntos más, que el Betis podría haber sacado sin problema alguno y que lo ha merecido en algún que otro partido, las cosas se verían de otra manera, pero aquí las excusas no valen y los resultados son los que mandan.

Ya sufrimos demasiados pretextos vacíos y ridículos por parte del anterior entrenador (la temperatura, la humedad, el horario, la afición del Huesca que apretaba mucho, el estilo del Leganés…) como para ahora buscar explicaciones baratas y simples para analizar los malos números del equipo. Si no se consiguen los resultados pretendidos intentándolo de una determinada manera habrá que cambiar y buscar soluciones para lograr los objetivos propuestos. Y si el entrenador no cambia, quizá el cambio sea el entrenador.