JJ Barquín @barquin_julio Las decisiones difíciles conllevan momentos complicados. Bien lo saben Haro y Catalán en el día a día de sus empresas. Pero coincidirán conmigo que una cosa son los negocios y otra el fútbol. En lo del balompié, hay tantos entrenadores como socios, tantos directivos como aficionados. Sentamos cátedra en un santiamén, pero sin estar en el día a día del club. Hacemos una alineación sin ver a los futbolistas entrenar toda la semana. Enjuiciamos las decisiones de los directivos sin pisar la planta noble del estadio. Como dijo el catedrático de Lengua, José María Pérez Orozco “la ignorancia es atrevida y la profunda ignorancia es profundamente atrevida”.

El cambio de rol en el cometido de Serra debe haber sido una decisión transcendental y difícil de tomar. A todos se nos escapan muchos flecos y matices para formarnos una idea exacta de lo que habrá sucedido dentro de la comisión deportiva. Pero desde que se supo la noticia, una reflexión asalta continuamente mi cabeza: siendo una decisión arriesgada y antipopular, la han tomado. Sus razones tendrán. Nadie tira piedras sobre su propio tejado. Otra cosa será el resultado. El tiempo dirá si han actuado de forma correcta o han cometido un error mayúsculo.

Otra cosa es pensar si era conveniente la salida de Serra en una temporada que se antoja clave. El balear vino a la llamada de Haro y Catalán en un momento muy difícil para ambos y sirvió para unir a un beticismo que andaba escuchando cantos de sirena en candidaturas de dudosa credibilidad. Ahora sale por la puerta de atrás, dejando un mal sabor de boca en el seno de la afición y un ambiente enrarecido y arduo de gestionar para los próximos meses. Pero a lo hecho, pecho.

El discurso expuesto por Haro y Catalán suena convincente y tiene sentido dentro del proceso de modernización del club. Un equipo que quiere aspirar a cotas importantes todos los años debe adaptarse a los nuevos tiempos. Los hechos así lo demuestran en estos cuatro años de gestión. Las obras del estadio, el avance en las instalaciones, la atención al socio, el posicionamiento de la marca Betis, la apuesta por la televisión del club y el trabajo en redes sociales, el fomento de secciones o el aumento de la calidad de la plantilla son hechos y realidades de un Betis que se aleja a pasos agigantados del olor a naftalina que desprendía hace muy pocos años.

Ahora toca mandar un agradecimiento a Serra por su contribución a hacer más grande este club, pero sin caer en la mitificación o convertirlo en un mártir. En su historia verdiblanca también hay sombras que algunos olvidan o no quieren ver. Todos tenemos virtudes y defectos. Todos cometemos aciertos y errores. Haro, Catalán y Serra también, como todo hijo de vecino.

A estas alturas y con la experiencia del 92, deberíamos saber que nadie está por encima del club. Deberíamos evitar poner el Don a las personas y situarlo al lado del escudo. Lo único que debemos hacer es exigir a los que mandan para que el Real Betis Balompié sea cada día más grande. El problema es que algunos no aprenden. O, por intereses espurios, no les renta aprender.

 

Foto: El Desmarque