Reyes Aguilar @oncereyes Setién se marcha lamentando no haber entendido la idiosincrasia de una ciudad, fue difícil fundir el carácter montañés con la ojana sevillana, el Real Betis y ese punto irracional que tiene la pasión de su afición. Personalmente, con Setién he disfrutado de un Betis diferente, el cual me demostró como el cambio de los despachos era visible en el césped. Las expectativas creadas entrando en Europa eran enormes y el comienzo del año parecía ilusionante, pero de nuevo la frustración llegó para quedarse, convirtiendo el ambiente en tensión a la primera de cambio, y a pesar de la décima posición final, hemos salido del Villamarín alguna que otra vez, tristes y hartos. Pesó mucho la decepción de aquella semana en la que caímos eliminados de la Europa League y las semifinales de Copa unidas a aquellas derrotas con los equipos de la zona baja que hicieron sacarnos los colores. Ahora me pregunto cómo hubiese sido la próxima temporada con él en el banquillo, con laterales y un par de buenos delanteros, pero han podido más el peso de las falsas expectativas, los gritos de parte de la afición que es soberana y la ciega lealtad a Serra. Setién se marcha, quedándose con una ciudad maravillosa cuya idiosincrasia llevará en su corazón a pesar de todo y una buena parte del beticismo que por encima de los gritos, le agradece su trabajo. Me quedo con su personalidad, su carisma y su toque seco, lejos de agradaores que besan el escudo de la camiseta nada más aterrizan en Heliópolis. El le dio un sello personal al Real Betis e hizo que a veces, jugase maravillosamente al fútbol. Cayó mal, cometió errores en los planteamientos, con los cambios, no entonó el mea culpa errando en sala de prensa muchas veces, chocando y chirriando en sus respuestas, con la obstinación y la soberbia, pero pudo más el “musho betis” con acento falso, el soy bético desde chiquetito y la presión de esa parte de la grada que le exige mientras enumera las vitrinas repletas de trofeos, la misma que aplaudió el juego en el Camp Nou, vibró en San Siro y enloqueció con los cinco goles al Sevilla.

  • No pudo empatizar con la misma grada que años atrás idolatró a técnicos a los que les aguantamos goleadas, descensos, ascensos y puestos bajos en la clasificación, pero a quien ni se le pitó, ni se le gritó. Se marcha Setién lamentando no haber entendido a una afición que se dice harta de malos resultados exhibiendo una exigencia nunca antes vista, desmemoriada diría yo, porque el Betis en su historia perdió contra el Huesca, el Girona y el Levante y pocas veces ganó en Barcelona, en Milán y en el Bernabéu en el mismo año. Quizás ahí estuviese la diferencia de Setién, con su empatía, pero eso, ya no lo sabremos nunca.