JJ Barquín @barquin_julio La media tarde del jueves nos trajo a los béticos una muy mala noticia. La muerte de Rogelio Sosa Ramírez, mito y leyenda de la historia del Real Betis. Todos los que vieron a Rogelio hablan maravillas de un jugador que fue santo y seña de su club. Lo describen como un grandote habilidoso, con un talento innato y con una pierna izquierda de lujo, lo que le valió para ganarse el apodo de “zurda de caoba”.

Nacido en Coria del Río, llegó al Betis con 14 años, aunque tuvo que emigrar y hacerse en la Tercera División antes de triunfar en su Betis del alma. Tras su regreso a casa, hizo historia al ser el jugador bético que más tiempo seguido estuvo en el club. Concretamente, Rogelio se puso la elástica de las trece barras durante 16 años, lo que le permitió disputar 357 partidos oficiales con el club de su vida. Tras su retirada, estuvo siempre ligado al club y ejerció como ayudante de Lorenzo Serra Ferrer casi tres años.

Rogelio protagonizó muchas anécdotas en su vida deportiva como la acaecida en el campo del eterno rival, al comerse un huevo duro que le tiraron desde la grada. Todo un ejemplo y un mensaje magnífico para el que buscaba gresca desde la grada. Pero la más mediática fue la que tuvo con el técnico Ferenc Szusza, gracias al carácter rígido, duro y exigente que instaló en una época donde los jugadores no estaban acostumbrados a las nuevas exigencias en el aspecto físico. Dicen que fue en un entrenamiento donde el húngaro le pidió vehemente que se entregará con más brío y el extremo coriano ni corto ni perezoso le dijo: “míster, yo no corro, que correr es de cobardes”. Sublime e histórico gesto de ingenio, chispa y humor de un tipo original hasta en los entrenamientos.

Muchos dicen que se ha ido una de las trece barras del escudo. Yo digo que se han ido, por lo menos, cuatro o cinco pues Rogelio fue y sintió Betis de la manera más incondicional y devota que un bético puede ofrecer: ser fiel siempre a unos colores. Y lo hizo en primera y en segunda, sabiendo lo que significaba el manquepierda y el amor fiel e insobornable a ese escudo.

Hace ya algunos años, tuve la suerte de coincidir y charlar un buen rato con Rogelio en un Foro de Béticos en la Cartuja. Pude comprobar que estaba ante mito, ante una leyenda de la historia del Real Betis por cómo lo trataban los más viejos de la reunión, pues eran los que habían disfrutado de su juego, de su clase, de su maestría y de su ingenio. Eso me lo perdí por mi edad, pero lo que sí pude comprobar ese día es que estaba ante un tipo sencillo y humilde, ante una buena persona. Con eso me quedo. DEP

Foto: Archivo ABC