JJ Barquín @barquin_julio La semana pasada fue especial, emocionante. Y no lo digo por el partido de Cornellá. Dos zarpazos informativos nos volvieron a demostrar que este club está muy vivo. Que ese slogan que recubre el Villamarín está grabado a fuego en nuestros corazones. Ese que escribió Manuel Fernández de Córdoba después del ascenso en Burgos. De padres a hijos, de abuelos a nietos, una pasión llamada Betis. Directo. Simple. Beticismo puro.

El primer impacto fue el protagonizado por Hugo y su cántico de apoyo a Quique Setién. Hugo y su padre son béticos de la novena provincia. Y Hugo destila beticismo por los cuatro costados. Un amor limpio y puro como es la mirada de un crío de pocos años, que ha recibido una de las mejores herencias que un padre le puede dar a su vástago: sentir los colores verdiblancos. Hugo y su padre son el ejemplo de miles de béticos que, en la distancia, viven, sufren, sueñan y disfrutan con ese sentimiento inexplicable que recorre sus venas.

El segundo impacto llega desde la vecina Dos Hermanas. Y me toca muy de cerca. Dos hermanos, Andrés y Pablo, son llamados por el Betis para que Canales les explique cómo tirar un penalti. Al club le conmovió la foto que puso su padre en redes sociales donde se veía al mayor acurrucado en su asiento para no ver la pena máxima frente al Girona. Sentimiento puro, nervios de bético que ya sufre con tan poca edad. Miedos de un pequeño que ya nota y adivina lo que le depara el futuro verdiblanco.

Y los dos ya lo saben porque su padre y su abuelo Manolo se lo han ido contando, metiendo en vena. Les han transmitido qué significa ese sentimiento, qué supone sentir las trece barras, qué mandamientos tiene la religión verdiblanca, qué vivencias tendrán a lo largo de su vida. Porque esto no va a ser fácil. Les han contado que este equipo da poco y quita mucho, que es capaz de lo mejor y de lo peor, que es grande a pesar de no ganar, que hubo épocas de grandes penurias y tiempos de inmensas alegrías. Y, sobre todo, que ser del Betis es algo más que ganar o perder, que es un título más grande que un resultado, que un partido, que una competición.

Hugo, Andrés y Pablo, mi querido ahijado, son el claro ejemplo que la mejor cantera del Betis es su afición. Una afición que ha sido siempre ejemplo de cariño inexplicable, de amor infinito, de creencia sublime a unos colores, a un sentimiento enigmático que te hace querer sin esperar, amar sin expectativas. Amor puro como el de una madre, como el de Patricia, la que los parió y la que los castiga sir ir al Villamarín, porque es lo único que surte efecto en esos revoltosos críos.

Para terminar, pienso en la negrura de la noche, en la intimidad de esa habitación. Y me imagino a su padre o al abuelo Manolo hablándoles de sus vivencias, contándoles historietas verdiblancas y siempre pienso que las últimas palabras son las del artículo del gran Fernández de Córdoba…… ¿Ves hijo?, ¿cómo y qué es el Betis? Puede que otros ganen todo, que sean mejores, que lleguen más lejos; pero no te olvides nunca, hijo, no, te olvides nunca de este Betis que tu abuelo soñó siempre…