JJBarquín @barquin_julio Los que me conocen bien saben de mi absoluto cariño a la vecina Portugal. Muchas y buenas han sido las experiencias que he vivido en el país hermano y siempre me he considerado un enamorado de sus tradiciones, de su historia, de su patrimonio y, por supuesto, de su gastronomía. También de sus gentes, de su nobleza, de su tímida amabilidad y de esa conocida y, poco entendida saudade, que los hace ser un pueblo reservado y sombrío. Nos aventajan en eso de ser República.

En el terreno futbolístico siempre sentí simpatía por el Sporting de Portugal. Sencillamente por vestir de forma similar a nuestro querido Betis cuando utiliza la mejor indumentaria que se ha diseñado para jugar fuera de casa. Además, como defensor de la cantera, supe que uno de los aspectos más reconocidos del club lisboeta es su laureada academia, que es considerada una de las mejores del mundo. Los jugadores que han salido de allí lo confirman: Futre, Ronaldo, Quaresma, Figo o Nani. Igualmente, compartimos como club la apuesta por la multiplicidad de secciones deportivas.

Casualmente, el año pasado, tuve la oportunidad de ver muchos partidos del Sporting por coincidir el horario de sus encuentros con mis ratos libres del fin de semana. Dichas visualizaciones me sirvieron para ver a un jugador que llevaba tiempo observando desde que me sorprendió gratamente en la Eurocopa brillantemente ganada por Portugal. Como podréis suponer su nombre es William Carvalho.

Tras ver varios partidos del Sporting, mi incertidumbre se disipó totalmente. El angoleño me sorprendió gratamente. Jugador alto, corpulento, que aportaba mucho músculo al centro del campo, con una excelente distribución de balón y que tenía una gran virtud: la colocación, aspecto que le servía para tener otra gran aptitud: la recuperación.

Con esos galones, me pareció normal que sonase para llegar a alguno de los grandes clubes de Europa. Mi sorpresa fue cuando salió en las quinielas de Serra Ferrer. No me podía creer que un jugador de tal calidad pudiera recalar en la plantilla del Betis. Tras la incredulidad, llego la satisfacción por su fichaje y la esperanza de poder disfrutar de su juego.

Hasta el momento, Carvalho no ha demostrado ni una cuarta parte de lo que tiene en sus botas. Estoy seguro de que varios son los factores que influyen en su bajo rendimiento: la adaptación a un juego muy distinto al que ha venido haciendo en el Sporting; la lesión que lo ha tenido parado al inicio de la liga y el ritmo de juego de la Liga. Y un factor que me parece esencial: su adaptación a la ciudad, al país.

Aun así, creo que debemos confiar en que veamos al Carvalho campeón de Europa y a ese jugador que despertó el interés de muy buenos equipos en el viejo continente. Tenemos un jugadorazo y seguro que lo demostrará en el Real Betis. No me cabe la menor duda, si tenemos tranquilidad con él. Muita esperazça, béticos, muita esperazça.