JJ Barquín @barquin_julio Recuerdo cómo jugaba el Betis de Chaparro. Gran defensa y rapidez en ataque. Disfrutaba como un chiquillo. Eran tardes de gozo, de ilusión. No dejaba de mirar el reloj, esperando la hora del partido. También viene a mi memoria aquel Betis de Julio Velázquez. ¡Qué temporada vivimos con el salmantino en el banquillo! Era un equipo veloz, con movimientos perfectamente diseñados, que funcionada como una impecable máquina engrasada. Eran tiempos de bonanza, de disfrute, de éxtasis.

Tampoco me gustaría dejar de recordar la alegría del Betis de Tapia, que era la misma que derrochaba el malagueño en sus comparecencias públicas. Cada fin de semana, nos deleitábamos con un Betis aplicado, con transiciones eléctricas, con gol, mucho gol. Eso era disfrutar en La Palmera. Eso era ir al Villamarín con la tranquilidad de saber que los tres puntos quedarían en casa. Y de paso veíamos jugar al fútbol como Dios manda.

Pero es que los béticos no sabemos lo que hemos tenido años atrás. Somos muy desmemoriados. Olvidadizos diría yo. Ya no nos acordamos del Betis de Garrido. Un estilista de fútbol, un arquitecto del balompié, un maestro del “jogo” bonito. Decían desde Villareal que era el alumno aventajado de Guardiola, el futuro seleccionador de España. Estuvo poco tiempo por La Palmera, pero nos deleitó con su caviar futbolístico.

Para terminar esta añoranza, me gustaría acordarme de Poyet y Víctor Sánchez del Amo. Son los dos últimos grandes entrenadores que hemos saboreado en este club. Con ellos, tuvimos grandes tardes de entretenimiento, de disfrute, de exquisitez futbolística a raudales. Con ellos y con el recuerdo de su fútbol, intento olvidarme de lo que estamos viendo desde hace un año en el Villamarín. Insoportable. Insufrible.

Intento desprenderme de este juego insulso, aburrido, sin equilibrio, descuidado, indisciplinado. Un castigo acudir al estadio para soportar un 80% de posesión en el campo rival, para ver cómo la portería se queda a cero casi todos los partidos, para ver cómo el contrincante se desespera corriendo detrás del balón, para ver una recuperación de balón rápida, una presión alta, para ver un tiki-taka de garrafón, en definitiva, un fútbol de mentira como su entrenador. Intento desprenderme de este auténtico aquelarre futbolístico en el que vivimos.

Por eso, espero y deseo que volvamos a vivir las experiencias pasadas, esas que nos hacían disfrutar todos los fines de semana como niños. Ya vendrán tiempos mejores para disfrutar del fútbol, para volver al jamón de cinco jotas y abandonar la mortadela de aceitunas que nos pone este entrenador de medio pelo que tenemos en la actualidad. Paciencia béticos, que todo pasa.

Quien no sabe lo que busca, no entiende lo que encuentra. Claude Bernard. Biólogo, Médico y Fisiólogo francés.