JJBarquín @barquin_julio Han pasado casi tres días del inicio de liga y sigo impactado. Es impresionante la cantidad de personajes dañinos, oportunistas y cobardes que rondan por las redes sociales. Si no teníamos bastante con la fanática y sectaria prensa sevillana, ahora han surgido estos especímenes que son entrenadores frustrados. Saben de técnicas, tácticas y movimientos. Además de técnicos, son psicólogos, preparadores físicos y si me apuran hasta utilleros. Por saber, saben hasta cual es el nivel de altura que debe tener el césped pues deben tener un máster en ingeniería técnica agrícola.

Ha bastado un mal resultado, que no un mal partido, para que florezcan hasta de debajo de las piedras. De nada ha servido lo hecho la temporada pasada por Setién, su equipo y los jugadores. De nada ha servido que el cántabro cambiara el estilo de juego ramplón de la última década. De nada ha servido clasificarse para Europa. De nada ha servido que fuera de la ciudad, el universo futbolístico alabara y disfrutara con el juego del Betis. De nada han servido los ilusionantes fichajes de este verano. Ya han salido los tristes amargados y resentidos de siempre, las hienas rencorosas. Los entrenadores baratos del Fifa de La Palmera.

Eso de saber más que nadie es más antiguo que el hijo blanco, pero las redes han servido para ampliar los mensajes de todos esos que se creen un míster en potencia. Opinan sin tener datos, sin conocer todas las claves internas y externas de un partido. Opinan sin tener los conocimientos tácticos y técnicos que manejan los profesionales. Aun así, todos saben cómo debían estar colocados los centrales, qué jugadores no sirven y en qué zonas del campo debe Serra traer más refuerzos.

Pero lo que chirría es el nulo margen dado al entrenador y al equipo. Algunos de los juicios emitidos pueden venir por las excesivas expectativas generadas entre la afición, pero la gran mayoría son injustas, tendenciosas y perversas. Las críticas generadas tras el partido suenan a inquina, a odio, a fanatismo. Y también a algo que relataba con mucha gracia y maestría el desaparecido profesor -y gran bético- José María Pérez Orozco, cuando en la barra de un bar explicaba una anécdota en un restaurante de Madrid. En un momento del relato señala que su madre decía que la ignorancia es atrevida, y que la tremenda ignorancia, es tremendamente atrevida.

No hace mucho tuve la suerte de conocer a un tipo excepcional. Un vasco que ha trabajado muy duro y que, desde muy abajo, ha ido creciendo en esto del balompié. Un tipo que con sus experiencias y sus conocimientos me ha abierto los ojos en muchas cosas del universo futbolístico. Un tipo que me enseñó que todo es mucho más complicado y, a la vez, más sencillo de lo que pensamos. Un tipo con una existencia vital arrebatadora, que tuvo que emigrar para labrarse un camino en lo que ha sido toda su vida. Un profesional excelente, un estudioso, un analizador incansable, un filósofo de la vida.

Un tipo de Bermeo que hace unas horas escribía en su cuenta de Twitter una serie de reflexiones que deberían tatuarse en la piel todos los béticos: “La paciencia ese árbol de raíces amargas y de frutos dulces. Su ausencia nos debilita, su dominio nos fortalece. La habilidad de saber esperar recompensa. El arte de soportar la espera, de concentrar la fuerza. Compañera de la esperanza, es a veces tan valiosa como el talento. Una revolución necesita tiempo para instalarse”. Poco más se puede decir.