Manuel Rey @ManuReyHijo Al fútbol, como a la mayoría de disciplinas deportivas, llegan progresivamente nuevas ideas y métodos de trabajo que modifican las funciones y roles de sus profesionales. Muchos estudios se han realizado en los últimos años intentando identificar tendencias en diversos aspectos del juego. Sus resultados describen un fútbol en que los jugadores comprimen cada vez más el terreno de juego, las defensas se encuentran muy adelantadas, aumenta la velocidad del balón y la densidad de jugadores en el centro del campo, mejora el porcentaje de éxito de pases al primer toque y aumenta la posesión de balón de los porteros.

Este último elemento no es en absoluto banal, me atrevería a decir que es uno de los que más influencia tiene en el devenir estratégico de este deporte. Desde el inicio de siglo hemos pasado, parece que de modo definitivo, a un fútbol en que a las tradicionales funciones (proteger su portería de los disparos rivales) exigidas a un portero, se han ido uniendo otras que obligan a modificaciones en el trabajo técnico y psicológico de los guardametas.

En el ámbito técnico hay un cambio más que perceptible. Me refiero a la tendencia hacia un fútbol en que se prioriza el juego de pies del portero, a veces incluso más que el de manos. Un estudio que toma como referencia las cuatro últimas Eurocopas de Naciones refleja que el 50% de las acciones realizadas por los porteros que allí compitieron fueron ofensivas, de las cuales el 92,6% se ejecutaron con el pie. Como consecuencia de lo anterior, en el ámbito psicológico aumentan las investigaciones que asocian el rendimiento del portero al control de factores internos relacionados con su juego de pies, resultando de lo anterior una mayor necesidad de concentración y de dominio de la ansiedad que genera esta faceta del juego, habitualmente menos natural.

Los que ya peinamos canas recordamos la figura del líbero en el fútbol, posición que muchos estudiosos de este deporte dicen que ha desaparecido de los terrenos de juego. En el escenario descrito, la anterior afirmación es un error de bulto, ya que el líbero de ayer (defensa que no tiene marca y actúa “libre”), hoy se llama portero. Victor Valdés y Edwin Van der Sar en el pasado, o los dos guardametas actuales de la selección alemana, Manuel Neuer y Marc-André Ter Stegen, representan a la perfección este rol. En contra de esta situación, hace poco un mito mundial del balompié, el italiano Gianluigi Buffon, se mostraba desafiante apoyando un enfoque bastante más tradicional: “Un portero debe parar y luego, solo luego,…jugar con los pies”, decía el guardameta de la Juventus.

Independientemente de la posición que cada uno adopte en esta polémica, conviene admitir la importancia que en su resolución tiene en cada equipo la figura del entrenador. Y es justo aquí donde me preocupa nuestro Betis. A estas alturas de temporada, todos sabemos ya que Enrique Setién es un entrenador con un estilo de juego muy definido, poco proclive a adaptarlo a los jugadores de que dispone, a los adversarios a los que se enfrenta, o a las múltiples situaciones concretas que en cada partido se pueden producir. Más bien al revés, es un técnico que muere con su sistema sean cuales sean los mimbres con los que en cada momento trabaja y las circunstancias que puedan explicar cambios a veces necesarios. Dicho de otro modo y enlazándolo con el párrafo anterior, un perfil de entrenador en que la figura del Portero-Líbero está marcado a sangre y fuego.

Siendo esto así, mi opinión es que Enrique Setién y Antonio Adán son dos profesionales del fútbol de difícil compatibilidad en el mismo equipo dentro de un terreno de juego. Las virtudes que posee nuestro guardameta (buen uno contra uno y sobriedad bajo palos, solo bajo palos la verdad) son secundarias a los ojos del entrenador (su titularidad es consecuencia de la escasa confianza que transmite Giménez), que valora más las cualidades que adornan a la figura del Portero-Líbero.

La consecuencia de esta afirmación debe ser, necesariamente, que en el caso de que nuestro entrenador la temporada viene siga siendo el cántabro (lo que todavía no sé si es bueno o malo para el equipo), no se produzca la renovación de los dos guardametas, siendo el puesto de portero el primero y de más urgente refuerzo. Buscaría, de este modo, un perfil absolutamente contrapuesto al actual, es decir, un portero joven, solvente en las salidas y, sobre todo, que tenga dos guantes en los pies. Probablemente jugaremos más bonito, espero que ello nos sirva para ganar partidos de modo habitual (no tengo clara una alta correlación directa entre variables) y, sobre todo, lo que sí aseguro es que padecerían bastante menos nuestros sufridos corazones.