JJBarquín @barquin_julio Nadie puede discutir que todos los béticos disfrutamos de lo lindo cuando Rubén Castro marcó el penalti contra el Leganés. Primero porque daba el triunfo y suponían tres puntos de oro para terminar con esperanza la primera vuelta. Y segundo porque permitía volver a marcar en su regreso a casa a un jugador mítico en la historia del club. El canario está a un gol de convertirse en el máximo goleador en primera división de la más que centenaria historia.

Bastante se habla de esa meta, aunque muchos nos sabrán que, en la clasificación total donde se computa primera, segunda, copa y competiciones europeas, Rubén es el primero con una diferencia abrumadora. Esa lista la componen el canario con 147 goles, Francisco González “Paquirri” con 109; Manuel Domínguez con 94; Poli Rincón con 93; Rogelio con 92 y Alfonso con 80.

El regreso del mítico 24 está generando un río de comentarios entre la prensa y los aficionados verdiblancos. Nadie duda que estamos ante una leyenda y que Rubén merece la mayor de las pleitesías por parte del club y de todos los aficionados. Pero su situación y su futuro merece una profunda reflexión.

Rubén tiene 36 años y por delante tiene a dos jugadores jóvenes y con un alentador futuro. Es verdad que Sanabria anda lesionado y eso le permite tener más opciones de jugar, aunque Sergio León es ahora el delantero titular de este Betis. Sergio aporta mucho al equipo y además de gol, se vacía cada partido presionando, tiene regate y velocidad y ofrece una movilidad espectacular.

Pero ya se ha comenzado a hablar de la renovación de Rubén y eso no es bueno. Por un lado, el club le ofrece lo que queda de temporada y la siguiente, si cumple con los objetivos marcados que parecen ser complicados después de llegar al Betis en el mercado de invierno. Por otro lado, cuentan desde la capital del Turia, que el Levante le ha realizado una suculenta oferta para incorporarse de inmediato, aunque otros piensan que es una artimaña de sus representantes para forzar la renovación.

Sea como fuere y termine este culebrón invernal, ahora es el momento de pedir honor para él y sensatez en su cabeza (y en la de sus representantes) para que todo tenga el final deseado: su retirada en Villamarín. Rubén debe quedarse y si no es posible, salir con todos los honores que merece un jugador excepcional en la historia de este club.

Foto: ABC