JJ Barquín @barquin_julio Falta casi mes y medio para que llegue el 1 de enero y demasiado se ha hablado ya de Rubén Castro. Tras la finalización de la competición en China y su paso por el Guizhou Hengfeng, el jugador está de nuevo en la ciudad esperando acontecimientos. Sus datos, siete goles en once partidos, demuestran que Rubén sigue en plena forma -física y de olfato goleador- aunque sus últimas credenciales hayan sido demostradas en una liga menor.

Pero el debate se ha agitado en demasía por los medios, ya que quince días sin fútbol dan para mucho que rellenar. Y entre noticia y noticia, Setién ha hablado y con la sinceridad que le caracteriza, ha dado a entender que Rubén no le hace falta porque en sus equipos solamente necesita a dos delanteros. El lío está formado. Y más con la sangrienta prensa deportiva de esta ciudad.

Pero quitando lo que escupen los “birisperiodistas”, está claro que Rubén podría convertirse en un problema si el tema no se gestiona de manera sensata e inteligente. Por un lado, hay gente que piensa que con el arranque que han tenido Sanabria y Sergio León, el canario tendría pocas oportunidades de jugar y podría generar problemas en el vestuario. Además, Rubén es un futbolista que ha demostrado que necesita jugar para estar enganchado y metido en la dinámica del grupo, con lo que estar parado no lo haría muy feliz. Por otro lado, están los que piensan, que un goleador como Rubén Castro merece quedarse, convertirse en el máximo goleador del club, acabar su contrato en La Palmera y tener una despedida como se merece un auténtico ídolo de la afición verdiblanca.

Tres goles le faltan para convertirse en el mejor delantero de la historia del Real Betis y eso es una excelente carta de presentación para saber que estamos hablando de un jugador brillante, distinto, en definitiva, de un mito. Los actores que deben de poner grandes dosis de sentido común para gestionar el tema son el club, el director deportivo, el entrenador, el jugador y su agencia de representación.

Para quien escribe, las puertas y ventanas del club deben estar abiertas de par en par para recibir a un jugador mítico en la centenaria historia del club. Rubén debería retirarse en su casa, en el Benito Villamarín. Y no solamente por una cuestión de cariño o romanticismo, sino porque sus datos son incontestables: 280 partidos y 147 goles con la elástica verdiblanca. Como dice el genio de Úbeda, Nos sobran los motivos.